National Geographic lo confirma: una grieta gigante atraviesa 13 países de África y está creando un nuevo océano

Imagen autor
Por HoyECO
Publicado el: 27 de diciembre de 2025 a las 06:03
Síguenos
Imagen satelital de la grieta tectónica del Rift africano en la región de Afar, donde se está formando un nuevo océano

Si el mapamundi que recuerdas del colegio te parecía algo fijo, la geología viene a llevarte la contraria. Bajo África oriental, la corteza se está estirando y rompiendo, y la ciencia tiene cada vez más claro que allí nacerá un nuevo océano que acabará separando el Cuerno de África del resto del continente. No será mañana ni pasado, pero el proceso ya está en marcha. Y se nota.

En la llamada región de Afar, en el norte de Etiopía, se cruzan tres grandes fracturas de la corteza terrestre que conectan el Mar Rojo, el golfo de Adén y el gran sistema de rift de África oriental. Es un punto de encuentro de tres placas tectónicas, la nubia, la somalí y la arábiga, que se están separando de forma lenta pero constante. El rift se prolonga hacia el sur a lo largo de miles de kilómetros y afecta a más de una decena de países como Etiopía, Kenia, Tanzania, Uganda, Ruanda, Burundi, la República Democrática del Congo, Malawi, Zambia, Mozambique, Eritrea, Yibuti y Somalia.

El corazón del proceso está en el Afar

La novedad no es que África se esté abriendo, algo que los geólogos saben desde hace décadas, sino que ahora tenemos una imagen mucho más precisa de lo que ocurre en profundidad. Un estudio publicado en 2025 en la revista «Nature Geoscience» ha analizado más de 130 muestras de rocas de volcanes recientes repartidos por los tres brazos del rift del Afar. Con geoquímica muy detallada y modelos estadísticos avanzados, el equipo concluye que todo el sistema se alimenta de una única surgencia de manto, una especie de columna de roca caliente que asciende desde cientos de kilómetros de profundidad.

Esa surgencia no es uniforme. Los investigadores describen un manto que asciende en pulsos, con «parches» de composición distinta que se van canalizando por cada rift según cómo se comportan las placas de encima. Donde la corteza es más fina y las placas se separan más deprisa, como en el rift del Mar Rojo, el material caliente sube con más facilidad. Donde la corteza es más gruesa y el rift es más estrecho, como en el Rift Principal Etíope, el flujo se estrangula y las variaciones químicas se comprimen en distancias más cortas.

En palabras de la autora principal, Emma Watts, estas pulsaciones de material parcialmente fundido son guiadas por las propias placas que se abren. Dicho de manera sencilla, lo que pase bajo nuestros pies depende en buena medida de cómo se mueva y se adelgace la corteza de encima. Es un diálogo constante entre el interior profundo de la Tierra y la superficie.

De las grietas visibles al océano del futuro

Todo esto puede sonar muy abstracto hasta que miramos lo que ocurre en la superficie. En 2005 se abrió una grieta de unos 56 kilómetros en la región de Afar, asociada a una intrusión masiva de magma. En 2018 otra gran fisura cortó una carretera en el valle del Rift keniano y obligó a desviar el tráfico, recordando a quienes viven allí que el suelo bajo sus casas no es tan estable como parece.

Los geólogos relacionan estos episodios con el mismo proceso que, a muy largo plazo, terminará separando la placa somalí del resto de África. A medida que la corteza se adelgaza, llegarán más volcanes, más terremotos moderados y más zonas hundidas que acabarán inundándose con agua de mar. Distintos modelos sitúan la formación de un océano plenamente desarrollado en escalas de entre uno y varios millones de años, aunque nadie puede dar una fecha exacta.

Para las comunidades de la región, la cuestión no es tanto si habrá océano algún día, sino qué significa convivir hoy con un rift activo. Más allá del espectáculo de volcanes como Erta Ale, con su lago de lava casi permanente, la actividad tectónica condiciona dónde se construyen carreteras, ciudades o presas y cómo se preparan los países frente a riesgos como seísmos o nuevas erupciones.

Riesgos geológicos y energía limpia en el mismo escenario

La otra cara de esta historia es que un rift activo es también una enorme reserva de energía. El calor del manto que está rompiendo África en dos se puede aprovechar como fuente renovable. En el valle del Rift, Kenia obtiene ya cerca de un gigavatio de potencia instalada a partir de la energía geotérmica y planea multiplicar esa cifra en los próximos años. Etiopía, que de momento apenas ha desarrollado unos pocos megavatios, prepara proyectos como Tulu Moye o la ampliación de Aluto Langano para reducir su dependencia de combustibles fósiles y de la hidroelectricidad vulnerable a las sequías.

En conjunto, se calcula que la zona del Rift oriental podría albergar del orden de 17 a 20 gigavatios de potencial geotérmico, suficiente para abastecer a millones de hogares con electricidad limpia y estable si se logra movilizar la inversión necesaria.

¿Y qué pasa con el clima global? Los volcanes de la zona emiten CO₂ y otros gases, pero en términos globales su aportación es pequeña comparada con las emisiones humanas por la quema de carbón, petróleo o gas. El impacto más directo se nota en clave local, por ejemplo en la calidad del aire cerca de los volcanes o en la contaminación del agua en zonas geotérmicas mal gestionadas.

Lo que nos dice el rift africano sobre un planeta vivo

En el fondo, la historia del nuevo océano africano no va de un cataclismo inminente, sino de aprender a mirar el planeta con otras escalas de tiempo. Lo que para nosotros es una grieta que corta una carretera o un volcán que entra en erupción, para la Tierra es una fase más en un proceso que durará millones de años.

El rift de África oriental recuerda que los continentes no son bloques inmóviles y que la forma actual del mapa es solo una fotografía de un viaje mucho más largo. También muestra que la misma fuerza geológica que abre grietas, destruye casas y asusta a quien siente un temblor puede, si se gestiona bien, alimentar redes eléctricas renovables y reducir emisiones.

La clave será cómo se preparen los países de la región para convivir con un territorio que se estira, se hunde y se recalienta, y cómo se repartan los beneficios de esa energía limpia en sociedades que aún arrastran grandes desigualdades. El océano del futuro se está gestando muy despacio, pero las decisiones sobre cómo vivir encima de ese rift se toman hoy.

El estudio científico original ha sido publicado en Nature Geoscience.


HoyECO

Equipo editorial de ECOticias.com (El Periódico Verde), integrado por periodistas especializados en información ambiental: naturaleza y biodiversidad, energías renovables, emisiones de CO₂, cambio climático, sostenibilidad, gestión de residuos y reciclaje, alimentación ecológica y hábitos de vida saludable.

Deja un comentario