La Unión Europea lleva unos meses preocupada por lo que sucede en el continente. Si hace unos días comprobamos cuáles son los primeros delitos contra el planeta —con durísimas sanciones, por cierto—, ahora vemos el caso de una región española que está alarmando. Las abejas, como insectos clave para el medioambiente, están en serio peligro, y la solución pasa por darles de beber.
El calentamiento global no es nuestro único problema: lo que está pasando
España está atravesando una grave sequía que está afectando a muchas regiones del país. Después de un invierno extremadamente seco, los niveles de agua en embalses, ríos y acuíferos se encuentran en mínimos históricos en gran parte del territorio español.
La escasez de precipitaciones está poniendo en jaque a sectores clave de la economía como la agricultura y la ganadería, y está obligando a tomar medidas excepcionales para garantizar el suministro de agua a la población. De hecho, más de 500 municipios ya sufren restricciones en el uso de agua.
En este contexto de emergencia hídrica, una de las consecuencias más preocupantes es la amenaza que supone para las abejas y la apicultura. Estos insectos imprescindibles para la polinización de cultivos y la biodiversidad también se están viendo seriamente afectados por la falta de agua.
España se queda sin abejas: esta región va a verlas desaparecer en nada
La abeja negra canaria es una especie endémica de las Islas Canarias que se encuentra en grave peligro de extinción. Esta abeja juega un papel clave en el ecosistema canario ya que es la principal polinizadora de su flora. Sin embargo, en las últimas décadas ha sufrido una alarmante disminución de sus poblaciones.
Se estima que en la década de los 80 había alrededor de 100 000 colmenas de abeja negra en Canarias, mientras que en la actualidad apenas quedan 8000. Entre los factores que han provocado este declive se encuentran la introducción de la abeja foránea Apis mellifera, las enfermedades y parásitos o la pérdida de biodiversidad.
La abeja negra se enfrenta a un futuro incierto. Su desaparición tendría graves consecuencias para el frágil ecosistema canario. Es urgente tomar medidas de conservación para proteger a esta especie emblemática y los valiosos servicios ecosistémicos que brinda a las islas.
Los canarios han empezado a dar de beber a las abejas: preocupación extrema
La grave sequía ha obligado a los apicultores de Cataluña a tomar medidas desesperadas para salvar a sus abejas. Con la vegetación marchita y las fuentes de agua secas, las abejas no pueden obtener el néctar y el agua que necesitan para sobrevivir.
Muchos criadores han comenzado a proporcionar agua con azúcar directamente a las colmenas. Preparan una solución de una parte de azúcar por una de agua y la rocían sobre las abejas o la ponen en comederos cerca de las colmenas. El azúcar les proporciona la energía que necesitan y el agua evita que se deshidraten.
Aunque suministrar agua con azúcar puede mantener vivas a algunas abejas, es solo una solución temporal ante la falta de néctar y agua natural. No reemplaza la diversidad de nutrientes que obtienen de las flores y plantas. Los graves incendios forestales sufridos en Gran Canaria (2019) y Tenerife (2023) también contribuyeron.
Pero en una emergencia, es una de las pocas opciones para los apicultores preocupados por la supervivencia de sus colonias. De hecho, en municipios como San Bartolomé de Tirajana o Tejeda han comenzado a hacerlo, así como en localidades como Tenteniguada, todas en Gran Canaria.
Está claro que las abejas van a adquirir cada vez mayor relevancia hasta que se comprenda que su extinción estará ligada a la nuestra. Cuando llegue ese momento, comenzaremos a hablar de emergencia y, por fin, de tomarnos las cosas en serio. Es similar a lo que ha sucedido a esta solución con las serpientes que, por lo pronto, nadie se atreve a poner en práctica (y con razón).












