El físico francés Alain Aspect, premio Nobel de Física 2022 por sus experimentos sobre el entrelazamiento cuántico, ha lanzado un mensaje muy claro que va mucho más allá de los laboratorios. En una amplia entrevista con el semanario francés L’Express, denuncia el uso “pseudocientífico” de la palabra “cuántico” en cosmética, terapias milagro, discursos filosóficos e incluso en la política.
Su crítica tiene una frase que ha dado la vuelta a Francia. Tras ver un vídeo del filósofo Michel Onfray hablando de física cuántica, Aspect afirma que “no entiende en absoluto los conceptos científicos y utiliza el vocabulario de una forma que no tiene sentido”. En pocas líneas resume un problema de fondo que también nos afecta cuando hablamos de salud, tecnología o incluso cambio climático.
Qué es realmente la física cuántica según Aspect
Aspect recuerda que la física clásica describe fuerzas y movimientos que podemos imaginar con facilidad, mientras que la cuántica trabaja con objetos matemáticos muy abstractos. Cuando intentamos forzar esas ideas a imágenes cotidianas, aparecen paradojas como que una partícula sea a la vez onda y corpúsculo o que un electrón pueda estar en dos sitios a la vez.
Este marco teórico permitió explicar algo tan básico como la estabilidad de la materia. Si los electrones se comportasen solo como bolitas que giran alrededor del núcleo, acabarían cayendo sobre él y los átomos colapsarían. Gracias a su naturaleza ondulatoria se mantienen en órbitas estables. No es un detalle menor. Sin esa “rareza” cuántica no habría mesas, plantas ni cuerpos humanos tal como los conocemos.
La otra gran revolución que destaca Aspect es el entrelazamiento cuántico. Dos partículas preparadas de cierta manera se comportan como un único sistema, aunque estén muy lejos una de otra. Sus mediciones aparecen correlacionadas de forma que no puede explicarse con una física de “variables ocultas” al estilo clásico. Sus experimentos en los años ochenta demostraron que las desigualdades de Bell se violan y que la visión local de Einstein no funciona en ese terreno.
Del laboratorio al ordenador cuántico
Esa física nada intuitiva no se queda en los libros. Aspect recuerda que la primera revolución cuántica ya nos dio el láser, los transistores y los circuitos integrados, base de la electrónica y de internet. Ahora llega una segunda ola que intenta explotar directamente el entrelazamiento y otras propiedades cuánticas para crear nuevas tecnologías.
Entre ellas está el ordenador cuántico, campo en el que el propio Aspect es cofundador de la empresa francesa Pasqal. Un ordenador de este tipo no trabaja solo con ceros y unos, sino con estados intermedios que permiten procesar enormes cantidades de información en paralelo. En teoría podría acelerar cálculos de química, materiales o modelos climáticos, aunque seguimos lejos de máquinas totalmente maduras.
El físico insiste en que la tecnología cuántica también tendrá cara oscura. Un ordenador muy potente podría mejorar las simulaciones del clima, pero también optimizar armas o ataques informáticos. “Todo progreso se usa para lo mejor y para lo peor” señala, recordando que las mismas leyes de Newton sirven para predecir el movimiento de los planetas o la trayectoria de un proyectil.
“Cremas cuánticas” y máquinas milagro
El problema para Aspect llega cuando ese vocabulario tan preciso se convierte en reclamo de marketing. En la entrevista menciona el caso de una “crema cuántica” de Guerlain, ejemplo de cómo se usa la palabra para dar un barniz de sofisticación a un producto cosmético común. Diversos organismos de consumo en Francia han criticado ese tipo de alegaciones por considerarlas engañosas.
Para el Nobel, sin embargo, lo más grave no son los anuncios llamativos, sino los fraudes directos. Advierte de “estafadores que venden una máquina cuántica que curaría el cáncer” y afirma que “esa gente merece prisión porque da falsas esperanzas a personas desesperadas y les saca miles de euros”. Un mensaje que resuena en un mercado donde también se ofrecen pulseras “energéticas”, terapias “vibracionales” o dispositivos supuestamente “cuánticos” para adelgazar o “desintoxicar” el cuerpo, sin pruebas sólidas detrás.
El patrón se repite en otros ámbitos, desde cursos de “liderazgo cuántico” hasta promesas de tecnologías milagrosas que dicen capturar CO₂ o limpiar la contaminación sin explicar bien su funcionamiento. Cuando la palabra cuántico se usa como sinónimo de mágico, la ciencia desaparece de la ecuación.
Por qué esta batalla también es ecológica
Aspect subraya que el problema no es solo del gran público. Señala que muchos periodistas, responsables políticos y decisores carecen de una formación científica básica y que eso facilita la propagación de fake news y malas decisiones. En temas como energía, clima o salud, esa carencia se traduce en políticas erráticas y en desconfianza ciudadana.
Para el Nobel, la clave está en la “método científico” y en distinguir dos fases. Primero hay incertidumbre y debate legítimo. Después, cuando los resultados se confirman en laboratorio y se replican, se alcanza un consenso razonable que puede llamarse verdad científica.
En la práctica, esto significa que ni la física cuántica ni ninguna otra disciplina justifican promesas sin datos. Si alguien vende una tecnología “cuántica” para bajar la factura de la luz, curar enfermedades o absorber CO₂, el filtro debería ser siempre el mismo. Pregunta sencilla, casi de sentido común.
¿Hay estudios revisados por pares que respalden lo que se promete? ¿Explican con claridad qué parte del sistema es realmente cuántica y para qué sirve? ¿Se pueden ver resultados medibles, comparados con soluciones ya existentes? Si la respuesta es que todo se basa en “vibraciones”, “energías” o metáforas confusas, conviene desconfiar. La física cuántica es extraña, sí, pero no es magia. Y como recuerda Alain Aspect, entender mínimamente cómo funciona nos protege frente a cremas, máquinas y discursos que usan la ciencia solo como decorado.
La entrevista completa ha sido publicada en L’Express.









