Las secuelas del colosal apagón que ocurrió en España el 28 de abril todavía se sienten en el ambiente y son de diversa naturaleza, aunque las más sentidas se parecen a una especie de herida sangrante que se ha reabierto luego de que comenzara un arduo proceso de sanación que ha terminado en estado incompleto
Una herida abierta de donde brota suficiente tóxico gas natural para el equilibrio del sistema
El cese del servicio eléctrico producido en España en el mes de abril provocó grandes pérdidas en el orden económico como parte de las secuelas, sin embargo, las consecuencias trascienden más allá de los efectos materiales o psicológicos que se dejaron sentir y tienen que ver con el retroceso que se pudiera producir en la ruta hacia la reducción de la huella de carbono.
La sensación de que la infraestructura eléctrica no está lista para soportar el retiro de los aportes de las plantas nucleares y las intermitencias de las fuentes energéticas renovables sugiere la posible necesidad de incrementar el consumo de combustibles fósiles, lo que puede verse como una herida abierta en el plan de transición energética.
Se observa que el plan de desmantelamiento de las centrales nucleares en España se mantiene dentro del cronograma sin que Iberdrola y Endesa se hayan pronunciado ante la proximidad de la fecha de cierre, por lo que una de las posibles consecuencias sea incrementar el uso de gas natural.
Específicamente, la clausura de las instalaciones nucleares va a generar la pérdida de una generación puesto que los ciclos combinados, es decir, las instalaciones quemadoras de gas para generar electricidad, contemplan un rol adicional para garantizar esa capacidad de generar energía eléctrica.
Con un tramo del trayecto recorrido ahora todo empuja hacia el regreso del gas natural
Tal como han advertido la Agencia Internacional de la Energía (IEA) y Enagás en fechas diferentes, la interrupción de las operaciones de las instalaciones nucleares provocará un incremento de la dependencia de los combustibles fósiles, especialmente del gas natural, y justamente en un momento cuando la disponibilidad no está garantizada.
Por otro lado, la dependencia de combustibles fósiles se hará más crítica cuando se produzcan picos de demanda eléctrica y el aporte de las renovables no sea suficiente, porque naturalmente se buscará evitar que en España se produzca nuevamente un apagón.
Una prueba de la necesidad de que las instalaciones nucleares se mantengan trabajando es el registro del incremento de combustibles fósiles luego del apagón que aconteció el 28 de abril, pese al incremento de los costes, con el fin de reforzar el sistema eléctrico nacional.
Específicamente, para generar 7185 GWh en el mes de mayo se produjo un incremento de 68,2% interanual de la demanda de gas natural, esto motivado a la influencia de los ciclos combinados, lo cual revela la continuidad de la dependencia de combustibles con huella de carbono.
Salirse de la ruta de la transición energética incrementará los costes económicos y ambientales
Expertos en el área técnica argumentan que aun cuando la flexibilidad de los ciclos permitirá en España el mantenimiento de cierta estabilidad eléctrica en el corto plazo, la sustitución de las centrales nucleares no se hará de forma masiva por gas natural, sino por renovables, por lo que estará presente el riesgo de interrupción eléctrica.
De acuerdo con datos del Grupo ASE, una mayor inversión en combustibles fósiles para reforzar la seguridad del sistema eléctrico provocó el incremento en los costes en un 59,4% interanual que conllevó a un coste de 27,20 euros por cada MWh significando en mayo el aumento del precio final para los usuarios de 44,13 euros/Mwh.
Tras la ubicación del gasto eléctrico en los 24 446 GWh, de acuerdo a registros en el boletín de Enagás, el aumento en el mes mayo por el orden del 30% por encima del consumo gasífero natural en el periodo mensual anterior conllevó a un incremento de 8,9% en la demanda nacional de combustibles fósiles si se compara con el año pasado en igual lapso.
En conclusión, el apagón de abril dejó como principal secuela una especie de herida de la que empieza a brotar algo realmente tóxico, pues el incremento en el consumo de gas natural para el mantenimiento del fluido eléctrico solo puede apreciarse como una involución en el desarrollo de un plan de transición energética que tanto esfuerzo ha requerido.











