Aparecen en Guadalajara unos huevos de dinosaurio tan raros que casi no existen en el mundo

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Por HoyECO
Publicado el: 7 de diciembre de 2025
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Aparecen en Guadalajara unos huevos de dinosaurio tan raros que casi no existen en el mundo

Unos huevos de dinosaurio con 72 millones de años ya se pueden ver en el Museo Paleontológico de Castilla-La Mancha, en Cuenca. Son cuatro ejemplares de tono rojizo que estrenan vitrina en la primera planta.

Detrás hay ciencia de la de pico y pala: los paleontólogos Francisco Ortega y Fernando Sanguino los han estudiado tras hallarlos en el yacimiento cretácico de Poyos, en Guadalajara. La Junta de Castilla-La Mancha lo presenta como un hallazgo de referencia mundial por un detalle poco común. En el mismo nivel del terreno aparecieron dos tipos distintos de huevos.

Del yacimiento de Poyos a la vitrina de Cuenca

Poyos conserva restos del Cretácico, cuando todavía no existían ciudades, ni carreteras, ni el ruido del tráfico. Allí se localizaron estos huevos atribuidos a titanosaurios, un grupo de dinosaurios de cuello y cola largos.

Sacar un fósil no es cogerlo y ya está. Primero toca excavar con cuidado, apuntar exactamente dónde estaba y reforzarlo para que no se rompa al moverlo. Luego llega lo lento: limpiar, conservar y estudiar, milímetro a milímetro.

En este caso, el trabajo se enmarca en un proyecto financiado por el Gobierno de Castilla-La Mancha mediante su convocatoria anual de ayudas. Ese apoyo permite que el hallazgo pase del campo al museo y, sobre todo, se explique bien.

La rareza de dos tipos de huevos en la misma capa

La viceconsejera de Cultura y Deportes, Carmen Teresa Olmedo, ha señalado que la convivencia de dos tipos distintos de huevos en un mismo nivel del terreno es extremadamente rara. Dicho en claro: estaban en la misma capa de roca, como si se hubieran puesto en la misma página del tiempo.

¿Y por qué importa esa coincidencia? Puede indicar que en ese lugar anidaron animales diferentes, o que el entorno cambió en un periodo corto. Los expertos suelen ser prudentes con el porqué, pero el dato ya es una pista grande.

Qué nos cuentan los huevos sobre los titanosaurios

Los titanosaurios eran dinosaurios saurópodos, los gigantes de cuello largo que todo el mundo reconoce a la primera. Que aquí aparezcan sus huevos ayuda a dibujar mejor quién vivía en la zona y cómo se reproducía.

Los huevos, aunque parezcan poca cosa, dan información que a veces no se ve en los huesos. Permiten estudiar dónde ponían los nidos, si repetían el sitio y qué tipo de suelos había. En buena parte, es como leer el “manual de instrucciones” de un animal que ya no está.

Olmedo ha subrayado que estos resultados ayudan a entender mejor la diversidad y la distribución de los saurópodos en la Península Ibérica, y a comparar Poyos con otros yacimientos de la misma etapa. Esa comparación se apoya en otros hallazgos del final del Cretácico en la península y en el sur de Francia. Cuantas más piezas se suman, mejor encaja el puzle.

Un museo que quiere que la ciencia se cuente fuera del aula

La llegada de los huevos coincide con el impulso divulgativo del museo, que programa actividades para acercar la investigación al público. Entre el 4 y el 9 de noviembre se han anunciado propuestas por la Semana de la Ciencia, con esta nueva vitrina como uno de los atractivos.

Habrá talleres para escolares, conferencias y actividades más manuales. De esas que, con suerte, te hacen salir diciendo: vale, ahora lo entiendo.

En la práctica, estas piezas también ponen a Castilla-La Mancha en el mapa de la paleontología que se puede visitar sin bata ni laboratorio. Vas, miras, y de paso sales sabiendo un poco más de cómo era la región cuando no había autovías, sino dinosaurios.