La Marina de Estados Unidos ha empleado por primera vez una munición merodeadora lanzada desde un buque en el área de Oriente Próximo, un paso que pretende ampliar la capacidad de golpeo naval con sistemas más baratos y reemplazables. El hito se produjo el 16 de diciembre, cuando el buque litoral USS Santa Barbara (LCS 32) lanzó un dron de ataque unidireccional LUCAS mientras operaba en el golfo Arábigo.
El vicepresidente almirante Curt Renshaw, al frente de las fuerzas navales estadounidenses en la zona (NAVCENT y 5ª Flota), enmarcó la prueba como un salto operativo para “entregar con rapidez capacidades no tripuladas asequibles y eficaces” al personal desplegado, y defendió que la iniciativa refuerza la disuasión regional. La ejecución corrió a cargo de Task Force 59, unidad especializada en operaciones no tripuladas y autónomas.
La demostración se conecta con una decisión más amplia de U.S. Central Command (Centcom), que anunció el 3 de diciembre la creación de Task Force Scorpion Strike, concebida para poner en pie el primer escuadrón estadounidense de drones de ataque unidireccional basado en Oriente Próximo. En ese comunicado, Centcom situó el coste del LUCAS en torno a los 35.000 dólares por plataforma y subrayó que está diseñado para operar de forma autónoma y lanzarse mediante catapulta, asistencia cohete en el despegue y estaciones móviles terrestres o desde vehículos.
El contexto geográfico importa tanto como la tecnología. La propia Marina recuerda que su área de responsabilidad abarca puntos de estrangulamiento críticos del comercio y la energía (estrecho de Ormuz, canal de Suez y Bab al Mandeb), donde la vigilancia y la capacidad de respuesta rápida pesan tanto como la potencia de fuego convencional. Un sistema de ataque de bajo coste que pueda despegar desde cubierta añade una capa más a ese dispositivo.
El movimiento se inserta, además, en la carrera del Pentágono por multiplicar inventarios de drones “baratos y abundantes” tras las lecciones de Ucrania y el auge de la guerra de saturación. En las últimas semanas se ha publicitado una iniciativa de 1.000 millones de dólares orientada a acelerar la adquisición y entrega masiva de drones de ataque unidireccional en un horizonte de dos años, acompañada de medidas para reducir trabas de compra y despliegue.
En lo técnico, el LUCAS pertenece a la familia de municiones merodeadoras de ala delta que se han popularizado por su relación coste-eficacia. Su parentesco visual con el Shahed-136 iraní, usado y adaptado por Rusia en la guerra de Ucrania, apunta a una lógica similar (persistencia sobre zona objetivo y ataque final) aplicada ahora al tablero marítimo. La experiencia ucrania ha mostrado que el empleo casi diario de este tipo de drones complica la defensa y fuerza a gastar interceptores más caros.
Quedan, sin embargo, incógnitas relevantes para calibrar el alcance real del paso dado. La Marina no ha detallado carga útil, perfiles de misión previstos, reglas de empleo ni si el sistema se integrará como dotación permanente en buques como el Santa Barbara o quedará limitado a despliegues puntuales. En un entorno tan sensible como el golfo, la diferencia entre demostración y capacidad operativa sostenida es la que marca el salto estratégico.












