Así podría nacer un nuevo cinturón sísmico global… y empezaría justo en el Estrecho de Gibraltar

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Por HoyECO
Publicado el: 7 de diciembre de 2025
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El Estrecho de Gibraltar separa Europa y África y conecta el Mediterráneo con el Atlántico. Lo vemos como una frontera estable, casi “de por vida”, pero la Tierra tiene otra idea: las placas tectónicas se mueven sin pedir permiso.

Un estudio científico publicado en 2024 sugiere que, a gran profundidad, bajo el Estrecho sigue activo un proceso capaz de empujar esa zona hacia un cambio enorme, aunque sea a ritmo geológico. ¿Eso significa que Gibraltar va a desaparecer pronto? Depende de qué entiendas por “pronto”.

Lo que han simulado los geólogos bajo Gibraltar

El trabajo se centra en el límite entre la placa africana y la euroasiática, justo donde hoy está el Estrecho. En vez de mirar solo la superficie, los investigadores han intentado reconstruir lo que pasa a gran profundidad, donde las rocas se doblan, se rompen y, a veces, se hunden.

Su modelo es tridimensional y recrea el llamado arco de Gibraltar, una estructura que se esconde bajo el mar de Alborán y ya apunta hacia el Atlántico. En sus simulaciones, una porción de corteza del Mediterráneo occidental desciende y puede arrastrar el sistema hacia el Atlántico, como cuando una alfombra empieza a meterse bajo otra.

El estudio lo lideran João C. Duarte y Filipe M. Rosas desde la Universidad de Lisboa y el Instituto Dom Luiz, junto a investigadores de la Johannes Gutenberg University Mainz como Nicolas Riel y Boris J. P. Kaus. Sus cálculos, hechos con el superordenador MOGON II, apuntan a un casi parón en unos 20 millones de años y a una expansión posterior durante decenas de millones más, hasta crear un nuevo sistema de subducción atlántico.

Subducción, explicado sin jeroglíficos

Las placas tectónicas son enormes “losas” de roca que se mueven lentamente sobre el manto, la capa caliente del interior de la Tierra. Cuando dos placas chocan, a veces una se desliza por debajo de la otra y baja hacia el interior: eso es la subducción. Es, literalmente, el reciclaje de la corteza, aunque no haya contenedor.

La parte menos simpática es que las zonas de subducción suelen estar ligadas a terremotos muy fuertes. La Geological Society of America recuerda que, aunque esta fase pueda ser lenta y con intervalos largos, el potencial de grandes sacudidas sigue ahí, y cita el terremoto de Lisboa de 1755 como ejemplo histórico.

Si este proceso se extendiera dentro del Atlántico, los autores lo comparan con un “anillo de fuego”, similar al del Pacífico. Ese cinturón del Pacífico tiene forma de herradura y ronda los cuarenta mil kilómetros, asociado a mucha actividad sísmica y volcánica, según el Servicio Geológico de Estados Unidos. Suena a película, pero en ciencia significa una zona muy activa.

Del ciclo de los océanos al riesgo sísmico

Aunque parezca raro, los océanos también tienen “ciclos de vida”. Pangea, el antiguo supercontinente, existió durante millones de años y empezó a fracturarse hace cerca de 200 millones de años, un proceso que acabó separando continentes y abriendo nuevos mares.

A esa idea de abrir y cerrar cuencas oceánicas se le suele llamar ciclo de Wilson, y la usan los geólogos para explicar por qué un océano puede crecer durante muchísimo tiempo y, más adelante, empezar a cerrarse. La propuesta de “invasión por subducción” encaja en ese marco: una subducción que ya funciona en un mar que se encoge podría migrar hacia un océano que aún está en expansión.

Para España, Portugal o Marruecos, la lectura práctica es sencilla: nada cambia mañana, ni pasado, ni en muchas generaciones. Pero estos trabajos ayudan a entender mejor por qué tiembla la zona y cómo prepararse, desde la planificación de emergencias hasta el diseño de edificios. Y eso sí es de hoy.

El estudio principal ha sido publicado en Geology, una revista de la Geological Society of America.