Una estructura que tiene 4.000 años tiene grandes probabilidades de salvar el planeta, un misterio sobre la atmósfera que deja a los expertos en vilo. El calentamiento global está causando estragos en la Tierra, especialmente en el último tiempo con la racha de calor récord que inició el verano pasado y se ha extendido durante todo un año.
Según los datos de los expertos, la Tierra se acerca a un umbral peligroso y las naciones del mundo ya se han comprometido a no sobrepasarlo. La información emitida por científicos climáticos europeos muestra que mayo es el duodécimo mes consecutivo en el que las temperaturas medias mundiales superaron cualquier observación desde 1850, y puede que cualquier periodo desde hace más de 100.000 años.
A lo largo del año pasado, según el Servicio de Cambio Climático Copernicus de la UE, las temperaturas medias mundiales registradas fueron de 1,6 grados Celsius sobre los niveles preindustriales. Esto pone a la Tierra en una tesitura complicada.
Por un lado, tiene que hacer frente al cambio climático (modificación producida en los patrones meteorológicos del clima global) y, por otro, al calentamiento global (aumento de la temperatura media global terrestre), ambos originados por la contaminación.
La atmósfera tendría una esperanza: el planeta confía en esta estructura de 4.000 años
La respuesta a nuestras plegarias podría radicar en un ‘Stonehenge’ construido en la playa hace 4.000 años para combatir el cambio climático. Los sitios de Holme I y II se erigieron durante un período de extremo frío para rituales dirigidos a la extensión del verano. Estas dos estructuras se crearon muy cerca la una de la otra y se levantaron con madera de roble durante la Edad de Bronce Temprano. Así quedaron originalmente en unas marinas, lejos del mar.
No obstante, en la actualidad se sitúan en plena playa en el condado de Norfolk, al este de Inglaterra. Dichas estructuras toman el nombre de ‘Seahenge’ y tienen más de 4.000 años. Juntas evocan al círculo de piedras de Stonehenge. La segunda tiene aspecto de monumento funeraria pero la primera, con un tocón de árbol volcado al revés en el centro, seguía siendo un misterio, al menos hasta ahora.
Un grupo de arqueólogos de la Universidad de Aberdeen publicaron en un artículo publicado en la revista GeoJournal que ambas estructuras se levantaron como ofrenda a los dioses para intentar cambiar el periodo climático extremo registrado a finales del tercer milenio antes de Cristo. Según los expertos, Holme I se construyó aprovechando el solsticio de verano, cuando el cuco cesaba su canto y se iba al “Otro Mundo”.
El folclore británico señala que los rituales buscaban obtener el “encierro del cuco”, simbolizado en el ave y obligándolo a continuar cantando para que el verano siguiera un poco más. Se cree que esta ave es el símbolo de la fertilidad masculino y está asociada a varias diosas indoeuropeas. Tras varias investigaciones previas, el monumento fue reestudiado recientemente por el doctor David Nance.
Todavía hay muchos que creen en esta estructura para salvar la atmósfera
El experto evaluó también el Holme II, el anillo cercano cuya madera data del mismo año que su ‘compañero’ y está basado en dos troncos de roble colocados en posición horizontal. Nance cruzó los informes arqueológicos con datos climáticos y ambientales, evidencia astronómica y biológica, folclore regional y toponimia.
“La datación de las maderas mostró que fueron taladas en primavera, y se consideró probable que estuvieran alineadas con la salida del sol en el solsticio de verano. Sabemos que el período en el que se construyeron hace 4.000 años fue un período de inviernos severos y primaveras tardías que sometieron a una gran presión a estas primeras sociedades costeras. Parece probable que estos monumentos tuvieran la intención común de poner fin a esta amenaza existencial”, expuso.
Sus declaraciones e investigación dejan un debate abierto sobre si realmente esta estructura podría salvar el planeta y la atmósfera de un destino desolador.








