El agua no cae del cielo, y esa es una afirmación que podríamos hacer tanto en sentido metafórico —sabes que lo usamos mucho— como literal. La sequía que estamos viviendo (y que nos ha dejado titulares extravagantes como este) es producto del cambio climático, que lleva décadas intensificándose. Una de las propuestas más extrañas vuelve estos días: traer un iceberg a España, algo de lo que ya sabemos.
La sequía, un problema que viene de lejos en España: la extravagante solución que propusimos
La escasez de agua es un problema recurrente en España, especialmente en regiones como el sur y el este del país. La irregularidad de las precipitaciones, unida a los efectos del cambio climático, han provocado sequías cada vez más intensas y prolongadas en las últimas décadas.
Ante esta situación, las autoridades españolas han buscado soluciones innovadoras, por muy extravagantes que parecieran. Una de las propuestas más llamativas fue la de remolcar icebergs desde los polos hasta las costas españolas. ¿Te lo imaginas? ¿Qué sería lo siguiente? ¿Proyectar auroras boreales en el cielo?
Aunque pueda sonar a ciencia ficción, esta idea se barajó seriamente en dos ocasiones: en Benidorm en 1978 y en Sevilla en 1995, en plena sequía que asolaba Andalucía. A pesar de no llevarse finalmente a cabo, el plan de importar icebergs árticos ilustra la desesperación que producía la falta de agua.
Benidorm, la primera ciudad en plantearse traer un iceberg a España
En 1978, la ciudad turística de Benidorm en la Comunidad Valenciana sufrió una grave sequía. La escasez de agua amenazaba la próxima temporada turística, que era fundamental para la economía local. La idea dio la vuelta a toda España, que estaba enfocando la Transición y no sabía casi del cambio climático.
Ante esta situación, el alcalde presentó la osada idea de remolcar icebergs desde el Ártico hasta Benidorm. El plan consistía en identificar icebergs aptos en Terranova, Canadá o Groenlandia. Luego se utilizarían barcos especializados para remolcar los bloques de hielo, protegiéndolos del derretimiento con pintura especial.
Según los cálculos del ayuntamiento, remolcar icebergs de 50 000 toneladas costaría alrededor de 10 millones de pesetas. También estimaron que cada iceberg podría abastecer de agua a la ciudad durante aproximadamente tres meses. Si bien la idea sonaba descabellada, el alcalde insistió en que era técnicamente factible.
Incluso hubo negociaciones con una empresa canadiense especializada en remolque de icebergs. Sin embargo, la iniciativa nunca se materializó por falta de un estudio de viabilidad más profundo. Aunque imaginativo, el costoso plan demostró ser inviable para la época.
Sevilla, la otra ciudad que quiso un icerberg para combatir el cambio climático
A mediados de la década de 1990, España sufrió una de las peores sequías de su historia, con niveles extremadamente bajos de precipitaciones y altas temperaturas. La situación fue particularmente grave en Andalucía, donde el nivel de los embalses cayó dramáticamente, también por el cambio climático.
Ante esta crisis hídrica, en 1995 el alcalde de Sevilla recuperó la idea de traer icebergs desde el Ártico para abastecer de agua a la ciudad. El plan consistía en remolcar los icebergs con barcos y depositarlos en la desembocadura del río Guadalquivir (vamos, un paisaje normalito en plena sequía en España).
La propuesta generó un gran revuelo y debate público. Por un lado, algunos expertos y políticos criticaron la idea por considerarla demasiado costosa y compleja. Argumentaron que el deshielo de los icebergs podría no ser suficiente para resolver la escasez de agua, y eso que no conocían la gravedad del cambio climático.
En este caso, también acabó dando la vuelta a toda España, aunque la información corría con mayor agilidad en esa época. El resultado fue que incluso en Europa hablaron de «la ciudad española que quería quedarse con un trocito del Ártico» (sí, así nos empezaron a conocer en el resto del continente).
Como ves, incluso trayendo icebergs seguiríamos padeciendo los efectos del cambio climático. Lo único que conseguiríamos es que Europa volviera a fijarse en nosotros con un tono algo humorístico (ya lo hacen cada mes de mayo en Eurovisión). Sin embargo, no es el único misterio que alberga nuestro país, estos días hemos sacado a relucir el extraño tercer archipiélago que tenemos y que nadie ha podido visitar.








