Un equipo internacional de investigadores ha identificado una nueva especie de avispa fósil que ha permanecido atrapada en resina durante 105 millones de años (de la era del Cretácico) y cuyas características únicas han obligado a los expertos a replantear la clasificación interna de su propio género. El descubrimiento se ha producido en el yacimiento de El Soplao (Cantabria), un territorio que se consolida como referencia paleontológica mundial, y ha sido publicado recientemente en la revista Palaeoentomology.
El análisis ha contado con la participación del Instituto Geológico y Minero de España (IGME-CSIC) junto a instituciones académicas de Barcelona, Valencia y Oxford, centrándose en describir un organismo que amplía significativamente el catálogo fósil de la península.
Tal y como detallan los autores, el ejemplar ha sido bautizado como Cretevania orgonomecorum. Aunque pertenece a un género ampliamente distribuido en yacimientos de China y Myanmar, esta variante cántabra presenta «una serie de características anatómicas que no coincide con ninguna especie descrita hasta ahora». Mientras que otros fósiles del mismo grupo muestran rasgos estandarizados, este nuevo espécimen es más grande y exhibe una combinación morfológica discrepante que ha llevado a los investigadores a revisar los límites diagnósticos del árbol evolutivo de las avispas evánidas.
Una ventana de alta precisión al Cretácico medio
Uno de los elementos centrales del estudio es la capacidad de preservación del ámbar de El Soplao, que actúa como una cápsula del tiempo biológica. A diferencia de los restos fosilizados en roca, que suelen limitar la observación a las partes duras, la resina fosilizada permite mantener intactas estructuras delicadas.
«El hallazgo amplía nuestro conocimiento sobre la evolución de las avispas evánidas y confirma la extraordinaria riqueza paleontológica del ámbar español», señala Enrique Peñalver, investigador del IGME-CSIC. Según explica, el uso de microscopía confocal y análisis 3D permitió observar detalles clave (como la compleja venación alar o la disposición de las patas) imposibles de detectar en otros yacimientos.
Para llegar a esa conclusión, el equipo tuvo que volver a construir el medio ambiental en el que vivió el insecto. El Cretácico medio fue un periodo en el que la península ibérica conformaba un mosaico de islas rodeadas por mares tropicales. En este escenario, la vegetación resinosa generó grandes cantidades de fluido que, al solidificarse, capturó no solo al insecto, sino una «escena completa» del ecosistema de la época.
Los resultados permiten además validar a estas avispas como fósiles guía, organismos cuya presencia y variaciones morfológicas ayudan a determinar la edad aproximada de los sedimentos geológicos. El descubrimiento subraya la relevancia global de El Soplao, descrito por el consejero cántabro Luis Martínez Abad como «una gran fuente de información científica» que sigue arrojando luz sobre la vida que poblaba Europa mucho antes de la configuración actual del continente.








