Las autopistas son más misteriosas de lo que cabría pensar, ¿nunca te lo has planteado? Esta semana hemos descubierto que hay coches con motores de avión circulando con total normalidad. Sin duda, otro impacto después de conocer el tramo futurista de España por el que no sabrás ir. En cualquier caso, ahora toca presentarte estos cohetes del asfalto que nadie comprende.
Los coches con motores de avión existen, y están en las carreteras
Los coches con motores de avión son una curiosidad dentro del mundo del automovilismo. Básicamente, son vehículos terrestres equipados con motores procedentes de aviones. Esto los convierte en máquinas únicas, ya que combinan la potencia y velocidad de un motor aeronáutico con la versatilidad de circular por carretera.
A simple vista pueden parecer coches convencionales, pero en realidad su corazón late de forma muy distinta. Albergar bajo el capó un motor de avión requiere importantes modificaciones mecánicas y un cuidadoso trabajo de ingeniería. No es algo que se haga a la ligera, sino que demanda tiempo, recursos y mucha pericia.
Sin embargo, el resultado merece la pena. Estos coches con alma de avión ofrecen prestaciones y una experiencia de conducción completamente diferentes a las de los automóviles comunes. Son una muestra de la capacidad humana para innovar y llevar la tecnología al límite.
Una idea que no es nueva: ni siquiera proviene del siglo XX
La idea de usar motores de avión en automóviles no es nueva. De hecho, se remonta a las primeras décadas del siglo XX, cuando la aviación comercial aún estaba en pañales. En esos años pioneros, varios visionarios soñaron con la posibilidad de aprovechar la potencia de los motores de avión para impulsar la velocidad de los coches.
Se pensaba que si un motor podía empujar toneladas de acero por los cielos, también podría propulsar vehículos terrestres a grandes velocidades. Uno de los primeros en concretar esta idea fue el Conde Louis Zborowski, un magnate y piloto de carreras de origen polaco.
En la década de 1920, Zborowski encargó la construcción de varios Chitty Bang Bang, coches de carreras con motores de avión que alcanzaban velocidades superiores a los 160 km/h. Estos vehículos participaron en competiciones históricas como la carrera de Brooklands de 1922.
Otros pioneros en usar motores aeronáuticos fueron Malcolm Campbell y John Cobb, quienes batiendo récords mundiales de velocidad en tierra a bordo de coches como el Napier-Campbell Blue Bird y el Railton Mobil Special. Estos vehículos prendieron la imaginación del público, como te puedes imaginar.
Un invento que nos podría ayudar con la sostenibilidad en el transporte
Los motores de avión difieren de los motores de coche tradicionales en varios aspectos clave. La principal diferencia es que los motores de avión son motores de pistón alternativo, mientras que los motores de coche suelen ser motores de pistón rotativo.
Los motores de avión tienen cilindros y pistones dispuestos en línea o en forma de V, mientras que los motores de coche tienen los cilindros y pistones dispuestos alrededor de un eje central. Además, los motores de avión suelen tener mayor cilindrada y mayor número de cilindros que los motores de coche.
Otra diferencia importante es que los motores de avión están optimizados para funcionar a altas revoluciones, mientras que los de coche están diseñados para un rango medio de revoluciones. Los motores de avión alcanzan fácilmente las 3000-4000 rpm, mientras que los de coche rara vez superan las 6000-7000 rpm.
Está claro que los motores de coches están cambiando a marchas forzadas —nunca mejor dicho—. La clave está en el propio proceso de descarbonización, marcado por la aceleración constante. De hecho, hemos pasado de alabar a los eléctricos para adorar al hidrógeno. Eso sí, todavía hay quienes no han sabido hacerlo, como esta ciudad española que acaba de paralizar su transporte.













