El compromiso de varios países en detener las emisiones globales es justo y necesario, aunque podría ser peligroso dependiendo de la energía sustituta. Aquí te contamos los pro y los contras de la transición energética con base en la energía nuclear.
Es necesario decidir el camino a tomar para detener las emisiones globales ¿Cuál recomendarías?
Teniendo en la mira la transición energética hay dos posibles vías a seguir, una sería a través del incremento de la producción de energías renovables como la solar y la eólica, e incluso se ha hablado hasta de la proporcionada por los volcanes.
La otra vía es un poco más rápida pero implica mayor riesgo porque se trata de aumentar la capacidad nuclear y en este caso ha podido comprobarse que la construcción de un reactor nuclear significa la entrega de grandes cantidades de electricidad, pero está latente una alta posibilidad de graves desastres en caso de accidente.
Urge decidir entre las dos vías lo más pronto posible para poner más esfuerzo en una de ellas, porque cada año las emisiones de carbono siguen creciendo, tal como lo evidencia el registro del Observatorio Mundial de los Mercados de la Energía (WEMO) del año pasado de 37.400 millones de toneladas de gases de efecto invernadero (GI) vertidos a la atmósfera.
Hasta ahora se ha tomado con timidez la ruta de las energías renovables, y esto ha implicado, según James Forrest, vocero del sector energético hacia la transición, un ritmo un poco lento en el proceso de sustitución de la más peligrosa.
Tomando el camino de triplicar la energía nuclear ¿Cuáles son los riesgos?
Uno de los problemas que presentan las energías renovables es la intermitencia y los costes, lo que sin duda ha incidido en el bajo porcentaje de la más limpia dentro del consumo total energético actual
De allí que si se aspira a lograr la meta de cero emisiones de carbono en 2050 parece no haber otra opción que tomar la segunda vía, la de la fuente nuclear, aunque ya empiezan a levantarse voces alertando sobre los riesgos que implica la producción y uso de este tipo de recurso energético.
Ante este panorama no sorprende que un número considerable de países de los cinco continentes, 20 para ser más exactos, hayan aprovechado la reunión de la Cumbre Mundial sobre Acción Climática para decidir tomar la ruta nuclear, proponiendo llevar al triple la producción actual. El acuerdo histórico logrado entre estos países plantea tres puntos específicos:
- No sobrepasar 1,5 °C en el incremento de temperatura global
- Cero GI en 2050
- Triple capacidad energética nuclear
¿No será peor la cura que la enfermedad?
Para alcanzar tales objetivos se evidencian varios retos a superar como el financiamiento que deberían tener los estados miembros de la Agencia Internacional de Energía Atómica (OIEA) para incrementar la producción y el acuerdo político de alto nivel para garantizar que los reactores nucleares que se construyan sean seguros y que la electricidad producida tenga propósitos pacíficos.
La buena noticia es que ha habido avances para reducir el nivel de peligrosidad de la potencia nuclear y uno de ellos es el uso de los denominados SRM, unos reactores nucleares de tamaño modular que aun cuando es compleja su industrialización ofrece mayores niveles de control y seguridad.
En definitiva, aunque se sabe que la energía nuclear entraña grandes peligros, la necesidad de detener las emisiones globales y el bajo aporte que han tenido las energías renovables justifican su necesidad de considerarla como una posible alternativa, debiendo preverse las medidas que ayuden a controlar su producción y consumo para que la cura no resulte peor que la enfermedad.











