Existen diversas tradiciones que son realizadas al recibir el año nuevo para tratar de asegurar que este sea mejor que el pasado. Algunas de ellas son sacar las maletas para quien desea viajar o llevar dinero en el zapato para la prosperidad. Aquí trataremos una de las más arraigadas, como es comer las doce uvas.
La tradición española de comer las doce uvas la Nochevieja que fue adoptada por algunos países de Latinoamérica
La tradición es comer estas frutas al finalizar la cena de Nochevieja que coincide con la medianoche. Se come una de ellas al son de cada campanada que marca la transición al Año Nuevo. Esta práctica fue inmortalizada en el poema “Las 12 uvas del tiempo” y fue adoptada por varios países de Latinoamérica.
Como Venezuela y Colombia. El poema fue declamado por el actor Manuel Galiana en el año 1992. En todas las casas se tienen unos cuencos que son dados a los invitados que contienen una docena de piezas de este fruto y pueden ser comidas de manera diferente según a las costumbres de la familia: enteras, sin hueso o sin piel.
¿Cuál es el origen de esta tradición de Nochevieja?
Aunque no se tiene documentación al respecto, algunos estudiosos coinciden en que comenzó en 1909 cuando hubo una gran cosecha de uvas en la región española. Los fabricantes de vino para la época no estaban en la capacidad de procesar grandes cantidades de este fruto en sus talleres artesanales.
Por lo que se inventaron la estrategia de impulsar su consumo como parte de un rito a cumplirse en la Nochevieja comiéndose una por cada campanada que dividía la Nochevieja del Año Nuevo. Todo con el supuesto fin de atraer la suerte para el venidero año. De igual forma, por cada una se pedía un deseo.
Que se hacía de forma simultánea al comerla (es algo similar a lo que hizo esta ciudad española con su carnaval que es muy tradicional). Esto era con el fin de obtener beneficios económicos al vender la producción excesiva. Muy pronto esta usanza estaba presente en la mayoría de los hogares españoles.
Donde su consumo en la Nochevieja era casi una obligación para quien quisiera los mejores augurios para el nuevo año. Esta costumbre pasó a llamarse las “uvas de la suerte” y eran doce porque cada deseo se cumpliría en cada mes del año para el que fue formulado. Pero también hay otra teoría.
En esta se dice que esta costumbre surgió en 1882. Para este año era usual que la clase burguesa las comiera y bebiera champán en la cena de Nochevieja. Un grupo de madrileños quiso ridiculizar este hábito e iba a la Puerta del Sol a comer de este fruto al son de las campanadas que anunciaban el Año Nuevo.
Esta práctica se fue extendiendo a lo largo de los años y cada vez eran más los ciudadanos que se reunían para comer uvas como burla a la aristocracia para recibir el nuevo año. Dado que este fruto se ha asociado a la prosperidad, el comerlo al finalizar el año transformó esta acción en un símbolo de buena suerte.
Además de ser una tradición, tiene muchos beneficios para el organismo
Aparte de ser las protagonistas de una tradición, las uvas son excelentes para la salud. Puesto que contienen elementos como el resveratrol, quercetina, flavonoides y taninos que actúan como previsores del envejecimiento en las células y evitan el estrés oxidativo. También sirven para prevenir las enfermedades cardiacas.
Concluyendo, tomar las doce uvas durante las campanadas de la medianoche que anuncia el año nuevo es toda una tradición (como este carnaval que se celebra justo después de Reyes y que fue ilegal). Sus orígenes, aunque no están documentados, se basan en dos teorías muy curiosas.











