Mientras muchos adolescentes están con deberes, exámenes o pensando en el finde, un belga de 15 años acaba de defender una tesis doctoral en física cuántica en la Universidad de Amberes. Se llama Laurent Simons y su nombre se ha colado estos días en medios de medio mundo.
Lo curioso no es solo la edad. También lo que dice que quiere hacer ahora: “crear superhumanos”, entendido como alargar la vida y mejorar la salud. Suena a Marvel, pero su plan pasa por estudiar Medicina y usar inteligencia artificial.
Un doctorado con fecha, tesis y supervisores
La defensa de la tesis de Simons aparece en el calendario oficial de doctorados de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Amberes: fue el 17 de noviembre de 2025, con el trabajo titulado “Bose polarons in superfluids and supersolids”. Sus supervisores fueron los físicos Jacques Tempere y Michiel Wouters.
El título impone, sí. Dicho sin bata: se trata de estudiar cómo se comporta una “impureza” dentro de un material cuántico ultrafrío, y cómo esa impureza acaba moviéndose como si estuviera “vestida” por el entorno.
Para situarnos, no hablamos de un diploma simbólico. Es una defensa doctoral programada como la de cualquier investigador, con tesis y acto público.
Qué es eso de la cuántica y por qué investigan cosas tan frías
La física cuántica intenta explicar el comportamiento de lo muy pequeño, como átomos y partículas. A veces choca con el sentido común, pero está detrás de inventos bastante normales, como los láseres o parte de la tecnología de medición que se usa en hospitales.
En su tesis aparecen estados de la materia que solo se ven en laboratorios ultrafríos. Uno es el “condensado de Bose y Einstein”, donde muchas partículas se comportan como si fueran un solo equipo. Otro es el “superfluido”, que puede fluir casi sin rozamiento, y el “supersólido”, que mezcla orden de cristal con capacidad de fluir.
¿Y para qué sirve todo esto? Para entender mejor materiales y fenómenos que luego se usan como “simuladores” de otros sistemas más complicados. No te baja la factura de la luz mañana, pero empuja tecnologías futuras, desde nuevos sensores hasta herramientas para la computación cuántica.
De “superhumanos” a vivir más: qué significa en realidad
La frase que ha levantado cejas salió tras su defensa: “Después de esto, voy a trabajar para conseguir mi objetivo: crear superhumanos”. La periodista Léa Huppe lo contó en The Brussels Times, que recoge que Simons lo conecta con algo más terrenal: aumentar la esperanza de vida de forma biológicamente realista.
En ese mismo relato aparecen también sus padres, Alexander y Lydia, con una idea fija: ir con calma. Según esa información, rechazaron ofertas tempranas de grandes tecnológicas de Estados Unidos y China para priorizar que su formación y su investigación apunten a la Medicina.
En la práctica, su “superhumano” no es alguien con capa. Sería más bien una persona con menos enfermedades y más años de vida saludable, si la ciencia lo permite y la sociedad lo acepta.
Lo siguiente: Múnich, IA médica y preguntas incómodas
Tras el doctorado, Simons se fue a Múnich para seguir con un segundo programa doctoral en ciencias médicas centrado en inteligencia artificial. Es un salto llamativo, porque no suele verse una carrera tan acelerada ni en perfiles súper brillantes.
Su camino, eso sí, viene de lejos. Ya de niño hizo prácticas en el Instituto Max Planck de Óptica Cuántica y en la Ludwig Maximilian de Múnich, y allí se acercó a investigación con aplicaciones médicas basadas en luz y análisis de muestras, como explica una nota del propio centro firmada por Thorsten Naeser.
Y aquí entra el debate: si un día podemos “mejorar” el cuerpo humano más allá de curar, ¿quién decide el límite y quién se lo puede permitir? Por ahora, lo seguro es que la historia de Simons mezcla ciencia de frontera con una conversación social que apenas empieza. La información oficial sobre la defensa doctoral ha sido publicada en la Universidad de Amberes.









