Elon Musk no se queda callado cuando ven un problema importante. El fundador de Tesla y SpaceX suele lanzar predicciones. Estas van desde lo visionario hasta lo apocalíptico. Esta vez lo volvió a hacer. Con una declaración reciente logró encender todas las alarmas con un mensaje claro para gobiernos y empresas. El mundo se dirige directo hacia una pared. Según él, en los próximos años, podríamos llegar a enfrentar una escasez crítica. Esto puede llegar a frenar de seco el progreso de nuestra civilización si no hacemos nada para evitarlo.
La velocidad que rompe los límites
Vivimos en una época donde la tecnología avanza a un ritmo demasiado rápido. «Nunca he visto una tecnología avanzar más rápido que esto», confesó Musk en la conferencia Bosch Connected World. Y tiene razón. Estamos acostumbrados a que cada año los dispositivos sean más rápidos y potentes. Hasta hace poco, el gran cuello de botella era la falta de chips. Las fábricas no daban abasto para producir los cerebros de silicio que necesitaban nuestros autos y computadoras.
Parecía que la pesadilla de los chips se había terminado, pero el alivio duró lo que un suspiro. Está perfecto ser optimista con la tecnología, pero tarde o temprano te chocas con la realidad física. No puedes crecer infinitamente si no actualizas los cimientos. A veces nos olvidamos de que, para que todo lo «virtual» funcione, hace falta una infraestructura material gigante detrás, y esa base hoy está al límite de lo que puede aguantar.
La gran sequía eléctrica
Acá es donde Musk pone el dedo en la llaga. La próxima gran escasez no será de agua, ni de silicio. Será de electricidad. El empresario estima que la demanda energética de la inteligencia artificial se está multiplicando por diez cada seis meses. Si a eso le sumamos el crecimiento masivo de los autos eléctricos, la red simplemente no aguanta. Estamos yendo hacia una «sequía eléctrica» global.
El cálculo es simple y aterrador. El ritmo actual es insostenible. Los centros de datos, la minería de criptomonedas y la IA son devoradores de energía. Musk predice que esta falta de disponibilidad de electricidad y de transformadores podría empezar a notarse tan pronto como este año. Su frase fue contundente: «Se necesitan transformadores para hacer funcionar transformadores». La infraestructura vieja y obsoleta de muchos países, como se vio con los apagones en Estados Unidos o el aviso que supuso el fallo masivo en la península ibérica, está crujiendo bajo la presión.
¿Cómo sigue esto?
Para Musk, la solución no pasa por poner el freno, sino por hacer exactamente lo contrario. Hablamos de acelerar la infraestructura que ya tenemos. Él insiste en que necesitamos adoptar energías limpias a un ritmo mucho más rápido. Lo que hay hoy no alcanza ni de cerca. Según su visión, habría que llenar el mapa de paneles solares y turbinas eólicas para alimentar esta demanda que crece sin parar. Y, de paso, mirar también a los minirreactores nucleares, que para él podrían aportar energía estable.
Musk está invirtiendo millones en energía solar para sus propias compañías, intentando adelantarse al problema. Incluso comentó que, si en algún momento las redes eléctricas fallan, sistemas como Starlink podrían mantener la conectividad. Algo así como un salvavidas tecnológico.
Lo cierto es que la advertencia ya está hecha. Estamos entrando en una etapa en la que pedimos más energía de la que podemos generar. La transición hacia fuentes sostenibles y la modernización de las redes eléctricas ya no son planes a futuro: son urgencias del presente. El mundo, digamos la verdad, no está del todo preparado para este cambio. Pero igual habrá que encararlo. Los países van a tener que ajustar sus estrategias, invertir fuerte y apostar por energías más limpias y sistemas más modernos.











