El subsuelo de la Tierra es inmensamente rico, tanto en materiales como en recursos en general. Sin embargo, hay un inmenso búnker al que jamás hemos podido acceder y que nos serviría para guardar nuestra energía más preciada. Después de conocer el monstruo que es 1000 veces más potente que un rayo, ahora queremos poner el foco sobre esta fuente que nos daría para miles de años, aunque no sepamos llegar.
La energía renovable tiene un enigma: ¿cómo la almacenamos a largo plazo?
El almacenamiento de energía a largo plazo es uno de los principales desafíos para la transición energética y la expansión de las energías renovables. La naturaleza intermitente de fuentes como la eólica y la solar hace necesario desarrollar sistemas que permitan almacenar su energía cuando hay exceso de producción.
Lo ideal sería, posteriormente, liberarla cuando la demanda aumenta. Tradicionalmente se ha recurrido a baterías, centrales hidroeléctricas de bombeo o el almacenamiento en forma de hidrógeno. Estas son tecnologías que tanto en España como en otros países de Europa se han llevado a cabo continuamente.
Sin embargo, estas tecnologías presentan limitaciones de escalabilidad, costes o eficiencia que dificultan su implementación a gran escala. Por ello, en los últimos años han surgido nuevas propuestas para el almacenamiento masivo y de larga duración, entre las que destacan las baterías térmicas basadas en arena.
El búnker que tenemos bajo la Tierra: una enorme e inagotable batería
Una de las tecnologías más prometedoras para el almacenamiento a gran escala de energía renovable son las llamadas baterías de arena. Se trata de un método de almacenamiento térmico que utiliza arena como medio de almacenaje y del que hace poco comentamos una solución muy parecida.
El proceso es el siguiente: se utilizan espejos para concentrar la energía solar y calentar la arena hasta altas temperaturas de 500-600 °C. Esta arena caliente luego se almacena en grandes contenedores aislados. Cuando se necesita la energía, se hace circular aire o agua por la arena caliente.
De esta manera, la arena actúa como una gran batería que puede almacenar el calor del sol durante horas o incluso días. Luego este calor almacenado se libera cuando es necesario para producir electricidad. Las baterías de arena permiten superar la intermitencia de las energías renovables como la solar o eólica.
Europa se llena de proyectos para aprovechar el búnker de arena
La tecnología de baterías de arena está empezando a implementarse en proyectos piloto y demostrativos alrededor del mundo. Uno de los pioneros es el proyecto finlandés en Kankaanpää, donde se ha construido una batería de arena a gran escala que puede almacenar hasta 100 MWh de energía térmica.
El sistema consiste en un contenedor aislado lleno de arena, con tuberías enterradas que transportan agua caliente. Cuando hay exceso de energía solar o eólica, se usa para calentar el agua que luego se bombea a la arena, calentándola a altas temperaturas.
La arena actúa como una gran batería, almacenando el calor para usarlo cuando sea necesario. En Kankaanpää, el calor almacenado se utiliza para calentar los hogares y edificios del municipio durante los meses más fríos. Los resultados iniciales son prometedores, demostrando que el sistema puede almacenar y liberar calor.
Se espera expandir el proyecto y que sirva como modelo para implementar la tecnología en otras regiones. Otros proyectos piloto se han desarrollado en Dinamarca, Alemania y Polonia. Aunque la tecnología está en una etapa temprana, el potencial es enorme para proporcionar soluciones de almacenamiento masivo de energía limpia.
Como ves, nuestro subsuelo esconde una excelente oportunidad para almacenar energía en forma de un búnker natural —no como este otro que Suecia ha construido para guardar esto—. Sin embargo, hasta ahora ha habido pocos intentos de acceder hasta él, aunque los científicos siguen explorando nuevas formas. ¿Llegará el día en el que consigamos hacerlo? Antes nos queda explorar la geotermia, que viene estando en la misma dirección.











