Los proyectos para generar electricidad sostenible están a la orden del día, optimizando tecnologías conocidas que ofrezcan mayor eficiencia. Pero esto no siempre fue así, teniendo en cuenta que existen varios ejemplos de colosales emprendimientos que nunca fueron exitosos y quedaron en el olvido. Este es el caso del fracaso más grande de la historia en un desierto estadounidense.
¿Qué pasó con el proyecto que terminó en el fracaso más grande de la historia?
Como todas las empresas que comienzan con grandes expectativas de éxito en busca de inversiones que hagan realidad las previsiones iniciales, este proyecto tuvo todos los condimentos necesarios para pasar a la historia como productor de energía sostenible para una gran porción del planeta.
Estas fueron las premisas cuando se llevó a cabo la instalación de Crescent Dunes o Dunas Crecientes, una planta de energía solar que iba a convertirse en la primera central térmica solar (CSP) del mundo de 110 MW con una capacidad de almacenamiento de hasta 1,1 GWh.
Situada cerca de Tonopah, a unos 310 km al noroeste de Las Vegas, en el estado de Nevada el proyecto se hizo realidad de la mano de las empresas privadas Tonopah Solar Energy y SolarReserve, una de las compañías líderes del momento en el desarrollo de energías renovables.
Hoy la imagen obsoleta de un parque solar detenido en el tiempo marca el fracaso más grande de la historia, teniendo en cuenta que contó con una inversión cercana a los 1.000 millones de dólares entre colaboraciones gubernamentales y privadas y no pudo concretar sus objetivos.
Crescent Dunes: un proyecto ambicioso olvidado en el desierto
Corrían los primeros años de la década del 2010 cuando el mundo empezaba a tomar cartas en el asunto de la finitud de los recursos energéticos y de la crisis climática y comenzaban a aparecer las primeras ideas de generación renovable a partir de la luz solar.
Con la tecnología de la época se construyó esta estructura que consistió en la instalación de 10.347 espejos (heliostatos), cada uno de ellos compuesto por 35 placas de espejo de 1,8 metros ubicados en forma de espiral que ocupaba unos 3 km de ancho en el desierto.
La colosal estructura de 115,7 metros cuadrados envolvía a una torre central que recogería y acumularía la energía solar captada por los miles de espejos. Pero aquí no terminaba el complejo emprendimiento que significó después el fracaso más grande de la historia.
La siguiente etapa consistía en calentar una cantidad de sal fundida incorporada en la torre que circularía hacia un tanque de almacenamiento produciendo vapor y electricidad por medio de la energía solar recogida. El resultado final generaría más de 10 horas de energía, incluso durante las horas nocturnas.
¿Por qué no salió bien el proyecto Crescent Dunes?
Así como se titula una serie televisiva, una sucesión de hechos desafortunados convirtieron a este ambicioso proyecto en el fracaso más grande de la historia americana. Uno de ellos fue que la empresa SolarReserve selló un contrato de exclusividad con NV Energy por 25 años.
Durante ese tiempo, esta última compañía gestionaría la energía solar manteniendo el precio congelado en unos 355 dólares el MWh, que era lo que costaba en ese momento. Sin embargo, el coste fue bajando drásticamente hasta llegar a los 50 dólares en 2019, lo que hizo que la empresa se replantee el descongelamiento.
Por otra parte, a comienzos de la puesta en marcha del fracaso más grande de la historia, uno de los tanques de sal fundida tuvo una fuga, lo que detuvo el funcionamiento de la estructura por dos años. Sin embargo, a su regreso nunca dio los resultados esperados, promediando un 20% de energía.
En 2018 tuvo un pico máximo de eficiencia de un 40% pero este hito no bastó para que se rescindan los contratos el colosal emprendimiento de energía solar quede obsoleto y abandonado como el fracaso más grande de la historia. Hoy se encuentra en manos del Departamento de Energía y existen juicios abiertos por falta de pago de préstamos estatales.











