La nuevas formas de generación de energía que desvelamos no siempre suponen un paso adelante. En ocasiones, hacen que estalle la polémica —como con este cruel proyecto para usar veneno— o que se miren con incredulidad. Un ejemplo de ello lo ha mostrado España, que está vendiendo la materia prima más contaminante. Lo curioso es el país que nos la está comprando y el uso que le quiere dar.
La materia prima más contaminante desde la revolución industrial
El carbón ha sido durante décadas la principal fuente de energía en muchos países. Sin embargo, su uso está siendo cuestionado últimamente por su alto impacto contaminante. Este debate es especialmente visible en las relaciones energéticas entre España y Alemania.
España es uno de los mayores exportadores de carbón del mundo, mientras que Alemania depende en gran medida de esta materia prima para su industria, en particular para la producción de acero y la fabricación de automóviles. Esta situación empeoró con la crisis derivada del conflicto con Rusia, como te imaginarás.
Al mismo tiempo, Alemania se ha propuesto ser líder mundial en energías renovables y descarbonización. Esta dualidad resulta controvertida y paradójica. De hecho, es tan curioso, que la Unión Europea trata de restringir estas relaciones de importación-exportación entre sus miembros (a veces, sin éxito).
España, exportador de carbón en la Unión Europea: el Ministerio da los datos
España es uno de los mayores productores y exportadores de carbón de Europa. El carbón ha sido tradicionalmente una parte importante de la economía española, especialmente en regiones mineras como Asturias, algo que probablemente sepas.
Según datos del Ministerio de Industria, Energía y Turismo, en 2018 España produjo alrededor de 3,5 millones de toneladas de carbón y exportó aproximadamente 2,3 millones de toneladas. La mayor parte de las exportaciones de carbón español van destinadas a países de la Unión Europea, siendo Alemania uno de los principales destinos.
Las cuencas mineras españolas más importantes son la del Bierzo en León y las de Asturias, con yacimientos como los de la mina de La Camocha en Gijón. El carbón extraído en estas regiones se exporta a través de los puertos de Gijón y El Ferrol.
Aunque la producción de carbón en España ha ido disminuyendo en los últimos años, en parte por el cierre de explotaciones poco rentables, España sigue siendo un actor relevante en el mercado europeo del carbón térmico. De hecho, según Euracoal, en 2020 España fue el segundo mayor productor de la Unión Europea.
El país que nos compra el carbón: este es el uso que le está dando
Alemania utiliza grandes cantidades de carbón para producir energía y fabricar vehículos eléctricos, lo cual resulta paradójico. Según informes recientes, el carbón representa alrededor del 28 % de la producción eléctrica alemana, a pesar del ambicioso programa de energías renovables del país.
La industria automotriz alemana, incluyendo marcas como Volkswagen y BMW, depende en gran medida del carbón para producir acero y generar electricidad. De hecho, la fabricación de baterías y componentes para vehículos eléctricos requiere consumir mucha energía proveniente de centrales térmicas a carbón.
Alemania planea eliminar gradualmente las plantas de carbón para 2038, pero mientras tanto sigue excavando y quemando grandes cantidades del mineral para mantener su industria en marcha. Solo en 2018, Alemania importó alrededor de 45 millones de toneladas de carbón, principalmente de Rusia, Estados Unidos y Colombia.
Lo cierto es que, visto lo que estamos haciendo con la energía y el carbón, es fácil entender hasta dónde está llegando la polémica. No obstante, la exportación de materia prima contaminante nos permite dejar de quemarla y, por tanto, seguir colapsando nuestros cielos con emisiones nocivas. De hecho, es un proyecto que se ve eclipsado por este con el que España quiere conquistar los mares.











