En el contexto de la lucha contra el cambio climático, han surgido otras fuentes energéticas que, si bien son limpias, siempre conllevan riesgos que son inaceptables. Como ejemplo, te traemos esta energía maldita que le costará a España 36.000 millones de euros pero que dejará de traerla de cabeza por ser muy peligrosa.
El incremento de los recursos destinados a la eliminación de esta energía maldita
De acuerdo a datos aportados por eltiempo.es, el gobierno español para poder cumplir con los compromisos adquiridos en el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (Pniec) 2021 – 2030 incrementó el presupuesto destinado al apagado y desmantelamiento de las centrales atómicas en un 68 % este año.
En números, para el año 2022 esta cantidad ascendía a alrededor de los 21.000 millones de euros, mientras que con el incremento llega a 36.000 millones de euros. Esta data fue ratificada por el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico. Con este aumento sin precedentes, España reafirma su compromiso.
Un plan de desmantelamiento que es ambicioso pero factible
Aunque desde el 2015 este presupuesto ha sufrido fluctuaciones, este incremento que ocurre desde el 2022 representa una aceleración de las actividades. Las cuales están orientadas a cumplir con las fechas acordadas en el Pniec de cierre y desmantelado de las plantas y reactores.
Tal y como recuerda eltiempo.es, España junto con las principales compañías de energía, acordó en el año 2019 un cronograma para el cese de operaciones de sus siete reactores. Iniciando con Almaraz I en 2027 y terminando en el 2035 con Trillo. En un principio las empresas no estaban de acuerdo.
Puesto que el Estado no iba a asumir los gastos ocasionados por la contaminación que generaran estos consorcios. En pocas palabras, España tenía el principio de “quien contamina, paga la limpieza”. Para este financiamiento fueron creadas las Prestaciones Patrimoniales Públicas de carácter No Tributario.
Lógicamente, las empresas energéticas acabaron cediendo. Posteriormente, el plan de desmantelamiento se dividió en sucesivas fases. La primera fue la construcción en cada central nuclear que se apague, de un Almacén Temporal Descentralizado (ATD). Su función, servir como depósito de residuos peligrosos.
Tanto para el medio ambiente como para la salud de las personas. Estos almacenes estarían en funcionamiento hasta que se termine la construcción de un Almacén Geológico Profundo (AGP), que se estima esté terminado en el año 2073 o 2074.
Estos ATD serán una instalación subterránea que estará a una profundidad de 500 metros debajo de las instalaciones del reactor. Tendrá túneles y galerías para el desplazamiento de personal y maquinaria. Para la construcción de AGP la cosa es un poco más complicada, ya que es necesario alcanzar acuerdos.
Como son políticos, sociales y territoriales. Para hacer realidad este proyecto, el gobierno se basa en experiencias de países que han construido sus propios AGP. Como Alemania, Suecia, Francia, Suiza y Finlandia. Quienes han tardado décadas en su desarrollo por las dificultades tecnológicas que encierra.
Existen opiniones que están a favor, pero también en contra del plan de desmantelamiento
El desmantelamiento de las instalaciones nucleares es motivo de controversia. Las organizaciones ecológicas como Greenpeace, como era de esperar, están a favor de este cierre. Dicen que la energía nuclear deja desechos radiactivos, por más que se empeñen en “limpiarlos”, afectando la salud humana y el medio ambiente.
Pero quienes defienden la energía atómica, como la Sociedad Nuclear Española, argumentan que es una generadora de electricidad que es libre de emisiones de CO2 y muy confiable. Por lo que el cierre prematuro de estas plantas tendría muchas consecuencias negativas.
En conclusión, España se mantiene en sus trece en el sentido de mantener su programa de desnuclearización de la energía, para lo cual destina 36.000 millones de euros. A fin de darle un fuerte impulso y acabar con estas fuentes energéticas tan peligrosas, a pesar de lo que digan sus defensores.
