No todas han sido buenas noticias las producidas con la finalización de la relación más tóxica que ha tenido España. Cuando se creía que terminar con esa parte que involucraba mayores y peores secuelas podía augurar un excelente desenlace y bienestar para todos, un hecho aciago hizo poner los pies en la tierra. No fue suficiente con querer cortar todo contacto con ese elemento perjudicial e ir haciendo la separación de manera gradual, pues bastó apenas que se produjera una emergencia para recurrir nuevamente a su apoyo, y lamentablemente ahora se debe pagar más caro su regreso.
Aunque se trata de una relación tóxica y costosa no se puede negar que es más estable
El sistema eléctrico español depende de un mix energético donde inicialmente la contribución del gas y el carbón contemplaban la mayor parte, pero con el paso de los años se planteó la necesidad de que las energías renovables y limpias sustituyeran la proporcionada por los combustibles fósiles.
De allí que el objetivo estuviera orientado a finalizar la relación tóxica con el gas como fuente de energía. Esto sin duda debía incidir no solo en una reducción de las emisiones carbónicas, sino además en una disminución significativa en los precios reflejados en la factura eléctrica, pero lamentablemente no fue así.
La colosal interrupción eléctrica que se produjo el 28 de abril conllevó a mayores costes cuando se requirió de la energía proveniente del gas para la estabilización de la red. Luego del apagón REE implementó un reforzamiento que involucró la activación de un mayor número de ciclos combinados de gas para estabilizar la infraestructura, lo cual previno nuevas interrupciones pero a un coste demasiado alto.
En España se encuentra el mercado de electricidad de menos coste en Europa
Debido a los aportes de la energía solar y la eólica en el sistema eléctrico las tarifas eléctricas en España son las más bajas de Europa. En otras palabras, la caracterización del mercado eléctrico europeo como el de menor coste en el continente obedece al bajo impacto del gas fósil y el carbón.
De acuerdo a datos provenientes del análisis Ember, desde 2019 se ha producido una disminución de la incidencia del carbón y el gas en la factura eléctrica hasta en un 75%. De hecho, si para ese año el gas determinaba el 75% del precio en el primer semestre de este año apenas incidió en un 19%.
Esta disminución de la incidencia del gas en los costes ha llevado a que en España el precio mayorista del flujo eléctrico se ubique en un 32% por debajo de la media de Europa. Esta disminución del precio se refleja en casos como el de Italia y Alemania, donde la influencia gasífera apenas ha descendido un 12% y 13%, respectivamente.
Reducir la participación del gas en el mix energético debía disminuir los precios pero sucedió lo contrario
Pero si España ha sustituido paulatinamente los combustibles fósiles por las baratas y estables energías renovables ¿Por qué no ha bajado el monto de la factura eléctrica a pagar? La razón estriba en el almacenamiento y las secuelas del apagón.
Paradójicamente se ha incrementado el uso de la energía solar y eólica, pero el monto de la factura a pagar no baja e incluso sube. ¿Qué está sucediendo? La culpa recae en el gas y es que apenas cae la noche la energía solar es sustituida por la combustión de este combustible fósil.
En conclusión, antes del momento cuando se apagaron las luces en España el 28 de abril parecía una buena idea la sustitución del gas y el carbón como fuentes energéticas por energías renovables, porque debido a su bajo costo esto significaría una disminución en la factura eléctrica. Sin embargo, terminar la relación tóxica con la energía del gas para producir electricidad destinada a todo el territorio español no es fácil, puesto que la red necesita estabilización y para alcanzar esto se necesita la activación de un mayor número de ciclos combinados de este combustible fósil, lo cual finalmente impacta en los precios del servicio eléctrico.











