En la situación actual de alta dependencia energética es muy difícil que decisiones tomadas en China no repercutan en Europa, y lo que diga o haga próximamente el mandatario Xi Jinping puede demostrarlo.
La influencia de la política china en el alcance de las metas en Europa
Aparentemente algunos planes en Europa se han trazado sin considerar la influencia de factores externos, lo que podría afectar los resultados esperados. En otras palabras, los gobiernos de los 27 países de la Unión Europea no han sido muy previsivos al respecto y ahora tendrán que lidiar con ello.
Uno de estos planes europeos cuya implementación y resultados podrían verse obstaculizados por las decisiones que se tomen fuera del continente es el de transición energética, bajo el cual se ha proyectado eliminar la huella de carbono en las próximas décadas.
Son plausibles las metas de reducción o eliminación de emisiones de gases de efecto invernadero que la UE ha establecido, sin embargo, se debe considerar que en la ecuación las decisiones tomadas por China constituyen un factor que puede generar obstáculos.
El poder decisorio o influencia del gigante asiático en los asuntos europeos se basa en la capacidad que tienen los chinos para suministrar los componentes necesarios en la industria automovilística europea, siendo Alemania la evidencia más clara.
Máximo ejemplo de dependencia: la industria automotriz alemana
Los proveedores chinos abastecen a los países de Europa de diversos componentes para sus industrias y a su vez esta representa el principal mercado para la colocación de sus productos. Ejemplo de ello es Alemania, para quien el gigante asiático representa el mayor socio comercial.
Aun cuando las exportaciones alemanas hacia Estados Unidos han ido creciendo, según los datos estadísticos concernientes a importación y exportación, se aprecia una mayor dependencia por parte de los alemanes a la relación comercial que mantienen con la potencia asiática.
A juicio de Carsten Brzeski, jefe economista del banco ING Alemania, el país germano muestra una mayor dependencia de los productos y mercados chinos que la mostrada por Francia. Ejemplo de ello es el volumen de venta de productos alemanes en China, como es el caso de un 40% de los coches de Volkswagen, Mercedes y BMW vendidos en el principal mercado asiático en 2022.
Sin embargo, esto estaría próximo a cambiar, pues la potencia asiática emergente busca expandirse y liderar el mercado mundial de tecnologías futuristas, objetivos que ha colocado como primordiales dentro del Proyecto China 2025, lo cual equivale a dejar de ser mercado para productos de economías industrializadas como la germana.
La gigantesca economía china está jugando con litio
En la actualidad el procesamiento de litio por parte de empresas chinas se ubica en 70% de la producción mundial, factor que hace de la nación asiática la principal proveedora de baterías en el mundo, especialmente para empresas del sector automovilístico.
Para entender los riesgos que supone la dependencia de Europa de los productos chinos basta imaginarse qué pasaría con el mercado automotriz si se produjera una interrupción en el flujo de insumos provenientes de las fábricas chinas.
La dependencia hacia las tecnologías chinas también coloca a los países dependientes en mala posición, ejemplo de ello es Estados Unidos, a quienes los chinos han amenazado con dejar de enviarles tecnologías e insumos necesarios para el procesamiento de materias primas.
Los riesgos aumentan en el caso de una guerra comercial, tal como deja ver lo que está sucediendo actualmente con las baterías de fosfato de hierro y litio, donde China ha amenazado con detener la venta de tecnologías para las baterías LFP.
En conclusión, las metas de cero emisión para 2050 en Europa podrían no llegar a alcanzarse si China decide implementar el plan donde ha previsto como principal objetivo controlar las tecnologías del futuro.
