La actual crisis energética que padece el mundo viene dada por la imposibilidad de la red eléctrica para cubrir una demanda cada vez más creciente. Sin embargo, la energía renovable parece no ser la solución por sí sola porque si no conseguimos donde meterla puede resultar en un gran fracaso a nivel mundial.
La energía renovable y la transición energética: un dúo que necesitamos potenciar más que nunca
Estamos claros de que es necesario ampliar la generación de energía renovable proveniente de fuentes limpias y que sean, prácticamente, inagotables como la fotovoltaica, eólica, geotérmica, hidráulica y otras menos convencionales pero igual de efectivas. Entre ellas están la mareomotriz y la biomasa.
No obstante, esto es insuficiente para lograr la ansiada transición energética puesto que, al depender de factores como el clima, se debe ampliar la infraestructura de almacenamiento. Por otra parte, como comparten los sistemas de distribución con la electricidad convencional también es necesaria la expansión de capacidad.
Esto es lo que dice el Informe Global sobre el Estado de las Energías Renovables
Este informe lo acaba de publicar la red internacional de expertos en energía (REN por sus siglas en inglés). En el mismo se detalla que si bien la generación de energía renovable es capaz de satisfacer las necesidades energéticas de todo el planeta, en lo que se refiere a la distribución y almacenaje es otro cuento.
El consumo mundial de electricidad se ha incrementado en un 27 % entre el año 2013 y el 2023, producto de los avances tecnológicos que cada vez demandan más energía. El caso es que las redes de distribución y de transporte eléctricas no han crecido en la misma proporción lo que significa una gran exigencia para ellas.
Y más si tomamos en cuenta que fueron diseñadas para operar con centrales térmicas como las de combustibles fósiles, nucleares e incluso las de origen hidráulico. Pero no fueron pensadas para acoger una mayor diversificación con sistemas eólicos terrestres y marinos, solares, geotérmicos y otros más.
También está el problema de almacenamiento, puesto que las fuentes de la electricidad convencional se pueden almacenar para generar más o menos energía según nuestras necesidades. Pero lo que es el sol, el viento o los movimientos del mar no siempre están a nuestra disposición y es imposible su almacenamiento.
Siendo esto último el gran hándicap con la electricidad verde. Para ponernos en contexto, y refiriéndonos al informe mencionado, el año 2023 marcó un hito histórico ya que se cubrió un 30 % de la demanda global con este tipo de electricidad. Donde un 15 % correspondió a las fuentes fotovoltaica y eólica.
Pero si queremos mejorar este porcentaje para llegar a depender un 0 % de combustibles fósiles, no basta con incrementar la generación de electricidad verde. En este sentido, hace falta la mejora de los sistemas de distribución y almacenamiento. Ejemplo de esto último serían las baterías y el bombeo.
Las inversiones necesarias para que el mundo no tenga que asumir su fracaso
Uno de los datos más interesantes que muestra este informe es sobre la inversión global para la ampliación de la generación de energía renovable. La cual alcanzó la cifra de 310 mil millones de dólares. Un 5 % mayor que el año 2022, pero que aun así es solo la mitad del presupuesto anual necesario.
De esta cantidad, cerca de un 25 % fue destinada a sistemas de almacenamiento y tiene tendencia a crecer este año. Lo que significa que los países están tomando conciencia sobre la importancia de esta infraestructura. De este porcentaje, el almacenamiento con baterías se lleva casi el 70 %.
En resumen, el mundo está asumiendo su fracaso con todo lo referente a la energía renovable de la mejor manera. Con esto queremos decir que está tomando acciones para revertirlo, especialmente en sistemas donde meter esta electricidad para usos posteriores.











