Consecuencias de la guerra entre China y Estados Unidos: Coches más caros para España y toda Europa

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Publicado el: 24 de octubre de 2025
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Existe una tensión entre las grandes potencias tecnológicas que continúa aumentando con el paso de los años. Pero ahora comenzó a sentirse en el día a día de las economías occidentales. Lo que empezó como una competencia por ser el líder en la innovación, hoy afecta a la industria internacional. Lo que antes parecía tener solución en el terreno diplomático, ahora repercute en las fábricas, cadenas de transporte y hasta en los bolsillos de los consumidores. Europa observa con preocupación cómo el equilibrio global se vuelve cada vez más frágil.

El tablero del mundo se desacomoda

Las relaciones internacionales están cambiando. El poder tecnológico, la capacidad de producir componentes clave y el control de la información se han convertido en los nuevos campos de batalla. Las empresas que fabrican esos insumos tienen un papel fundamental en lo que antes solo pertenecía a los Estados: ahora también definen políticas.

En este contexto algo complicado, los gobiernos intentan proteger sus industrias que son consideradas «estratégicas». La seguridad nacional ya no se mide en términos militares, ahora se tiene en cuenta la capacidad de garantizar el suministro de tecnologías esenciales. Desde Washington hasta Bruselas, las medidas de control, las sanciones cruzadas y las restricciones se multiplicaron generando un ambiente de desconfianza entre quienes eran aliados y competidores por igual.

La empresa que encendió las alarmas en toda Europa

La empresa en el centro del conflicto es Nexperia. Se trata de una firma de capital chino con sede en los Países Bajos que se dedica a la fabricación de semiconductores. Durante años pasó casi inadvertida fuera del sector tecnológico, produciendo millones de chips para la industria automotriz y la electrónica mundial. Sin embargo, una reciente decisión del Gobierno neerlandés cambió su rumbo. Esto la colocó en el foco de la tensión internacional.

A mediados del mes de octubre, las autoridades neerlandesas intervinieron la compañía alegando motivos de seguridad nacional. Aplicaron una ley de los años 50 que nunca antes se había aplicado, que permite al Estado supervisar e incluso desechar las decisiones empresariales consideradas críticas. Según el comunicado oficial, existían deficiencias importantes en relación a materia de gobernanza y un gran riesgo para la salvaguarda de las capacidades tecnológicas cruciales.

Desde China, la respuesta fue inmediata. Nexperia emitió un comunicado en el que se declaraba independiente de la sede europea. En esta declaración afirmó que operaría exclusivamente bajo la legislación china. La sede neerlandesa negó esa autonomía. Así se generó un conflicto interno que rápidamente escaló a nivel político.

Europa, en el medio de todo el conflicto

La interrupción temporal de las exportaciones desde China provocó una reacción inmediata en el sector automotriz. La Asociación Europea de Fabricantes de Automóviles advirtió que la situación podría afectar la producción en cuestión de semanas. Esto se debe a que muchas marcas dependen de los chips fabricados por Nexperia para ensamblar componentes eléctricos y de seguridad.

Los resultados afirman que si el suministro no se normaliza pronto, los precios podrían subir de manera alarmante en toda Europa, afectando tanto a fabricantes como a consumidores. El caso de Nexperia muestra un dilema que va más allá de la empresa. Europa busca consolidarse como un polo tecnológico pero sigue dependiendo de los flujos industriales de Asia.

Lo que ocurrió con esta empresa es un reflejo de cómo la guerra tecnológica entre China y Estados Unidos está cambiando el mapa industrial global. Las decisiones de ambos dejan a Europa en una posición incómoda. El caso revela que mientras los gobiernos buscan autonomía y soberanía tecnológica, las cadenas de producción dependen profundamente de factores externos. Un cambio político de un país puede hacer temblar a fábricas de todo el mundo. España y el resto de Europa enfrentan una nueva etapa y deberán buscar alternativas.