El mundo acaba de descubrir la trampa del hidrógeno: 900 millones de toneladas de CO2 por hacer esto

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Publicado el: 22 de agosto de 2024
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El hidrógeno se ha presentado a lo largo de los últimos años como la solución libre de emisiones para todas las fuentes de energía. Desde motores silenciosos y limpios hasta industrias como la del hierro y los fertilizantes, este gas noble cuenta con grandes propiedades para reemplazar a los combustibles fósiles. Pero un reciente informe parece derribar todas esas optimistas previsiones.

La trampa del hidrógeno: hemos producido 900 millones de toneladas de CO2

Aunque el gobierno está invirtiendo miles de millones de euros en infraestructuras de hidrógeno verde como el hidrogenoducto que unirá Portugal, Francia y España, estos ambiciosos proyectos todavía requieren varios años hasta estar operativos. Mientras tanto, la mayor parte del gas que se produce y se consume proviene de la separación a partir de gas natural.

El método de producción de hidrógeno más habitual a nivel industrial es por medio de la separación de gas natural en refinerías. Esto genera emisiones de CO2 que, en algunos casos, emplea captura de carbono para generar lo que se conoce como «hidrógeno gris». Sin embargo, la mayoría de los productores no cuentan con esta infraestructura, por lo que sigue siendo un combustible contaminante.

Según un informe de la Agencia Internacional de la Energía (AIE), la producción de hidrógeno en el último año ha alcanzado los 95 millones de toneladas, los cuales son principalmente empleados en la industria farmacéutica, el refinado de combustibles fósiles y la fabricación de fertilizantes como el amoniaco. Esta producción ha generado unos 900 millones de toneladas de CO2.

De la teoría a la práctica: lo que no nos dicen sobre el hidrógeno

Los métodos de producción de hidrógeno de bajas emisiones consisten, principalmente, en el uso de electrólisis para separar las moléculas de H2 del agua y la captura de carbono a partir de la separación del gas natural. Este volumen, según revela el informe de la AIE, podría llegar a los 38 millones de toneladas para el 2030, un crecimiento del 50% con respecto a los números actuales.

Sin embargo, estos métodos todavía producen importantes emisiones de CO2 que contribuyen al calentamiento global. Por otro lado, de todos estos proyectos que, en el papel, estarían funcionando para la próxima década, sólo unos pocos cuentan con una decisión sólida por parte de capitales públicos y privados, por lo que su realidad al final del periodo acordado podría estar en duda.

A todo esto se suma la importante problemática de la compleja realidad económica por la que estamos atravesando actualmente, con inflación y fluctuaciones geopolíticas que podrían afectar al coste final de los proyectos. En este sentido, hay que tomar en cuenta que un incremento del 3% en los costes de infraestructura podría resultar en un 30% para el precio final al consumidor.

Otro gran problema: hay hidrógeno pero no hay demanda

Según comentan los expertos de la AIE, lo más preocupante del panorama actual es el crecimiento desigual entre la creación de demanda contra los compromisos de producción. Los proyectos fomentados por los gobiernos de la Unión Europea proponen un volumen de 38 millones de toneladas de hidrógeno de bajas emisiones para los próximos años.

Sin embargo, la demanda efectiva para este combustible apenas alcanza los 14 millones de toneladas. Si queremos que las empresas inviertan en esta nueva fuente de energía renovable, es importante garantizar que habrá consumidores dispuestos a pagar por ella, algo en lo que todavía no se está viendo un trabajo realmente planificado.

El futuro del hidrógeno verde: ¿Es buena idea invertir en este combustible?

España está desembolsando importantes cantidades de presupuesto para impulsar proyectos destinados al H2. Aunque el informe de la AIE parece sembrar muchas dudas con respecto a la utilidad de este dinero en el futuro, importantes proyectos como la planta de hidrógeno verde que convierte el agua reciclada en energía demuestran que, aunque se requieran algunas correcciones, vamos por buen rumbo.