Tendemos a pensar que la historia avanza en una trayectoria lineal hacia adelante y que el pasado es un recuerdo que los eruditos atesoran en libros polvorientos. Sin embargo, un estudio recientemente publicado por la Universidad de Stanford y publicado en un artículo de Ecoinventos.com podría traer de vuelta un material milenario que podría erradicar la contaminación en la construcción.
El material que vuelve de la Edad del Bronce: ladrillos que almacenan energía eléctrica
El bronce fue el material que, hace miles de años, cambió para siempre la historia de la humanidad. Esta aleación de cobre y estaño hizo posible la fabricación de armas y armaduras más eficaces y también fue ampliamente usado en artesanías que distinguían a los líderes de cada comunidad.
Para fabricar estos objetos, los pueblos de la antigüedad consiguieron desarrollar una tecnología de ladrillos refractarios que permitía alcanzar las altas temperaturas requeridas para la fundición y templado del bronce. Los pueblos celtas de Europa fueron los artesanos más reconocidos en el refinamiento de las técnicas para producir obras de la más alta calidad.
Ahora, expertos de la Universidad de Stanford han llevado a cabo un estudio acerca del potencial de estos ladrillos refractarios para almacenar energía en forma de calor que luego puede utilizarse en la industria. Según los datos obtenidos, este material sería capaz de funcionar como baterías altamente eficientes que costarían una décima parte del precio de los sistemas de almacenamiento actuales.
De aislante a batería: el ladrillo refractario que eliminará las emisiones de la industria
Los antiguos hornos utilizados para la forja del hierro y el bronce se construían usando ladrillos con una mezcla de material cuyas propiedades les permitían retener grandes cantidades de calor. Recubiertos por una capa aislante, mantenían altas temperaturas que fundían los metales que luego se usarían para la forja o la artesanía.
Los expertos que encabezan el estudio afirman que es posible usar los mismos materiales de los ladrillos antiguos con algunas modificaciones en las proporciones de la mezcla. Instalando un sistema de canales que pasarían a través de los bloques, se podría aprovechar el calor almacenado para utilizarlo cuando fuera necesario en la fabricación de vidrio, acero, cemento o papel, entre otras.
El calor se produciría a partir de energía solar o eólica y estos ladrillos refractarios funcionarían como baterías, de manera que se podría aprovechar la energía incluso cuando no haya viento o sol. Esto podría eliminar casi por completo las emisiones de un sector industrial que es responsable de alrededor del 17% del total de gases de efecto invernadero en la atmósfera.
Fábricas que funcionan con energías renovables: el material definitivo para la descarbonización
Para producir cemento se requieren temperaturas por encima de los 1300º C, mientras que para el vidrio, el acero y el hierro, se necesitan al menos 1000º C. Estos procesos requieren de grandes cantidades de electricidad o combustibles fósiles, que a su vez producen toneladas de emisiones de CO2 y otros gases nocivos.
Conseguir esta cantidad de energía por medio de paneles solares y aerogeneradores requiere de grandes inversiones de capital y más aún si se quiere instalar baterías para cuando no haya viento o sol. Con este material milenario, se podría suministrar energía eléctrica a estas industrias a partir de fuentes renovables, lo que daría un gran impulso a la descarbonización de uno de los sectores más contaminantes.
Ladrillos vivos y el regreso de tecnologías milenarias: la construcción del futuro será sustentable
El desarrollo de nuevos materiales como el biohormigón que absorbe dióxido de carbono y genera oxígeno es clave para reducir las emisiones de los sectores más contaminantes. Sin embargo, todavía faltan décadas para que sean adoptados ampliamente. Con el descubrimiento de este nuevo material que nos comparte la web Ecoinventos.com la transición sería mucho menos costosa y, por ende, más rápida.













