Hace años, apareció en escena un motor 100% de agua que funcionó. Sin embargo, ninguna marca se ha atrevido a fabricarlo. El mundo automotriz está convulsionado tras la presentación de Japón y Estados Unidos del motor que se enfría con agua. Cada vez son más las marcas que se están animando a sacar modelos diferentes y revolucionarios, pero todavía ninguna se ha animado a la pieza de agua cuando hace 50 años demostró que sí funcionaba.
Los últimos informes sobre el avance del calentamiento global y el cambio climático son absolutamente devastadores. Vaclav Smil, científico y profesor emérito de la Universidad de Manitoba en Canadá, considera que la sustitución de los combustibles fósiles por energías renovables será un trabajo que llevará varias generaciones. El sistema mundial de suministro de energía todavía es bastante dependiente de los fósiles, por lo que su sustitución será gradual y supondrá un esfuerzo continuo en el futuro.
Bajo estas circunstancias, han salido a la luz varias propuestas, como el motor eléctrico, híbrido y de hidrógeno, pero ¿y el motor de agua? ¿Cuál es la razón por la que nadie se ha atrevido a apostar por él? Si la transición actual se fundamenta en razones ambientales, ¿no tendría sentido considerarlo para la protección del planeta?
Motor de agua: funcionó hace 50 años, pero ahora es solo un recuerdo
A principios de los años 70, Arturo Estévez Varela presentó al mundo un vehículo que funcionaba únicamente con agua. Incluso llegó a tener su espacio en el NODO (el informativo español del franquismo). Sin embargo, el agua no era lo único que movía su motor. En su mano ocultaba una misteriosa ‘piedra filosofal’ que guardaba en secreto.
Se llegó a especular sobre la posibilidad de que este suplemento se tratara en realidad de ferrosilicio. Después, una comisión de expertos del Ministerio de Industria expuso que se trataba de boro.
Aunque existan artículos y vídeos que afirman que Estévez encontró la manera de que un vehículo funcionara solo con agua, las leyes de la termodinámica dicen otra cosa. No es posible extraer de un sistema más energía de la que ingresa.
Lo normal es que aparezca la propuesta de separar el agua en hidrógeno y oxígeno a través de electrólisis y luego quemar el hidrógeno para producir una corriente eléctrica que haga posible el funcionamiento del motor. Hasta este punto, está todo correcto.
Sin embargo, el proceso electrolítico requiere más energía para descomponer una molécula de agua que la liberada cuando el H se oxida. De hecho, al transformar agua en hidrógeno (para después quemarlo) se pierde gran parte de la energía. En las conversiones siempre se genera calor. La liberación de la energía química del agua va contra las dos primeras leyes de la termodinámica.
¿Por qué no hemos visto el motor de agua en acción?
El H reacciona con el oxígeno para generar agua por medio de combustión directa o porque se introduce una pila de combustible. Según los argumentos de los promotores de los motores “alimentados por agua”, el agua así generada puede electrolizarse de nuevo para crear H nuevamente y el ciclo continua infinitamente.
No obstante, necesitaríamos energía para descomponer H20. La obtenida del H no puede emplearse en su totalidad para electrolizar otra vez el agua porque una parte ya se habría usado para alimentar el vehículo. El hidrógeno sí puede utilizarse para que los coches funcionen. De hecho, ya lo hace, pero lo que queda claro es que los “inventos mágicos” no califican.
El motor de agua terminaría con el problema de las emisiones de CO2, pero en lo que es importante reparar es que el hidrógeno necesario no siempre es limpio (depende de la forma en que se produzca).
En definitiva, para que el motor de agua funcionara habría que invertir cinco veces más energía de la que el motor puede brindar. Arturo Estévez utilizó el boro en su vehículo de agua, pero nunca reveló su secreto ni patentó su fundamento. Una noticia que impacta tanto como el motor de hidrógeno que ya prueba el Ejército.
