La economía global se ha ido volviendo cada vez más compleja con el paso de los años y el desarrollo de nuevas tecnologías y mercados, pero sobre todo, debido a la necesidad de producir energía limpia y renovable. Hoy toca hablar de un país que decidió perforar un volcán en busca de una nueva forma de energía para poder minar Bitcoins.
Una nueva forma de energía para una nueva economía
La economía es el motor de la sociedad. Cada uno de sus engranajes mantiene funcionando los complejos mecanismos detrás de nuestra capacidad para vivir en grandes grupos de individuos. El combustible de este motor es la energía, la electricidad principalmente, que es el recurso vital para poder acceder a grandes cantidades de información en tiempo real y coordinar una sociedad hipercompleja.
Nuestra capacidad de comunicación depende casi por complejo del acceso a suministro eléctrico adecuado, y esta comunicación es lo que nos permite alcanzar grandes y rápidas innovaciones en diversas áreas. Otra tecnología que es altamente dependiente de nuestra capacidad de comunicación son las criptomonedas, que han construida toda una economía paralela basada en la interconectividad.
El desarrollo de las criptomonedas, más concretamente, de Bitcoin, ha sido un evento clave en la historia de El Salvador, que apostó por esta divisa para impulsar rápidamente la economía de su país, en una decisión que fue tan revolucionaria como polémica. Uno de los principales problemas de El Salvador es que la criptominería consume altas cantidades de electricidad, con las emisiones de CO2 respectivas.
La innovadora solución sostenible de El Salvador
Cuando, en 2021, el presidente Nayib Bukele anunció que el Bitcoin pasaría a ser una moneda de curso legal igual que cualquier otra dentro del territorio del país, el mundo reaccionó de manera rápida y variada. Los defensores de Bitcoin alabaron la medida, que implicó la instalación de 300 servidores para procesar solicitudes de la cadena de bloques que es vital para la validez del BTC.
Por otro lado, las grandes autoridades del ámbito económico, como el FMI, criticaron duramente la medida, apuntando a la volatilidad de las criptomonedas y de las ambigüedades que puede suscitar una divisa que no sea emitida por una entidad central oficial. Según sus análisis, se trata de una gran inversión en infraestructura y adquisición para un valor que podría desplomarse en cuestión de horas.
Finalmente, las organizaciones ambientalistas remarcaron el problema más importante del Bitcoin: su alta demanda energética. La mayoría de la electricidad se obtiene a partir de combustibles fósiles. Por su parte, la cadena de bloques requiere de cientos o miles de procesadores que saturan la demanda de cualquier red eléctrica. Pero El Salvador encontró una brillante solución: la energía geotérmica.
Los volcanes y el Bitcoin
El Salvador es conocido como la «tierra de los volcanes». De estos volcanes, el país ha conseguido extraer 102 Mw sin contaminar ni emitir dióxido de carbono. De toda esta producción, apenas 1,5 Mw es lo que se requiere para mantener funcionando la infraestructura de criptominería, todo a partir de una forma de energía limpia y renovable.
Desde que el presidente Bukele se lanzó a su campaña de impulso para Bitcoin, la nación ha minado o adquirido un monto de 5750 BTC que representan un valor total de 354 millones de dólares según su cotización actual. Los más de 300 procesadores siguen minando a la espera de que la actual recuperación del mercado de las criptodivisas incrementen el valor del activo digital en sus arcas.
¿El fin del papel moneda?
Las criptomonedas siguen siendo el foco de atención de gran parte de la sociedad, que se divide entre quienes las consideran la próxima etapa evolutiva de la economía y quienes sólo ven una burbuja económica apunto de reventar. El apoyo de importantes entidades como El Salvador y una forma de energía sustentable que permita la criptominería eficiente pueden llegar a ser una base sólida.
