Durante años, confiamos en un material que creíamos nuestro mejor amigo, pues nos ayudó a proteger la comida, a llevarla de un lugar a otro y a evitar que tiráramos alimentos a la basura. Pero ese ‘amigo’ silencioso ha evolucionado, y ahora es un peligro gigantesco, invisible y persistente, pero ¿De qué se trata? Quédate para descubrirlo.
Un ‘amigo’ muy peligroso
Un material que usamos prácticamente todos los días, ha pasado de ser nuestro mejor amigo a un gran enemigo. Décadas de producción sin control han generado un contaminante que ya no está solo en los basureros, sino dentro de los alimentos y bebidas más cotidianos que consumimos a diario.
Hablamos de unos fragmentos increíblemente diminutos, producto de la degradación de ese material, que ni siquiera el ojo humano puede ver. Su tamaño no es señal de que sean inofensivos; de hecho, es lo que los hace tan peligrosos, pues pueden meterse en cualquier lugar.
Pero lo peor es que este contaminante ha entrado en la cadena alimentaria, desde los animales que comemos hasta la taza de café que nos tomamos en la mañana, pero ¿Cómo puede un fragmento tan pequeño y discreto ser tan peligroso?
Por años el plástico fue nuestro aliado silencioso, que protegía la comida y alargaba su vida, pero ahora ese ‘amigo’ se ha vuelto un problema gigantesco, generando un peligro que ya no está solo en la basura, sino dentro de los alimentos y bebidas que consumimos a diario.
Un descubrimiento que asusta a todos
Seguramente ya te estés preguntado ¿Qué son exactamente estos fragmentos? Se trata de los nanoplásticos. Son partículas que miden menos de una milésima de milímetro. Son tan pequeños que pasan por casi cualquier filtro y no se pueden sacar del ambiente.
Lo más preocupante es que, por su tamaño, pueden atravesar las defensas naturales de nuestro cuerpo, incluso membranas celulares y en animales, la barrera placentaria. La situación es tan preocupante como la perdida de estos tesoros, pero esta vez es peor porque arriesgamos nuestra salud.
Unos científicos del Instituto de Investigación de Biología de Animales de Granja (FBN) en Alemania y la Universidad de Udine en Italia han confirmado que este material ya no está afuera, ¡sino dentro de las células!
Usando cultivos de células de vacas y cerdos, demostraron que partículas de poliestireno (un tipo de plástico) entran a las células y se quedan allí. En las células que controlan la fertilidad de las vacas, estas partículas disminuían su capacidad de vida.
En las células que forman el músculo del cerdo, el desarrollo era más lento. Esto indica que el peligro es silencioso, acumulativo y podría estar en la carne, la leche o los huevos que llegan a nuestra mesa.
Un peligro en la taza de café
Si el problema de los animales ya es grave, la amenaza está en nuestras rutinas más sencillas. Un estudio reciente en el Reino Unido descubrió que bebidas tan cotidianas como el café y el té caliente contienen altas concentraciones de estos micro y nanoplásticos.
La clave de este descubrimiento es la temperatura, pues el calor hace que los vasos de papel con revestimiento de plástico, las tapas y los equipos de preparación liberen muchísimas más partículas al líquido.
Cuanto más caliente la bebida, más material se desprende. Los tipos de partículas que encuentran son los mismos que se usan en las tazas (polipropileno, PET), y son fragmentos que se desprenden con el simple desgaste.
Un reto para la agricultura
Los animales de granja se han convertido, sin quererlo, en transportadores de esta contaminación. La fuente no es solo la basura, sino también los plásticos que se usan en la propia agricultura, como los films o los plásticos que cubren los suelos para el cultivo.
Los materiales se degradan lentamente, se mezclan con la comida del animal y terminan en la cadena alimentaria, justo donde nosotros comemos, pero ¿No hay algo que se pueda hacer? La verdad es que la ciencia va detrás de este problema y aún no se tiene una solución concreta.
Por ahora, mientras los científicos intentan crear mejores herramientas de detección y buscar alternativas biodegradables, la solución está en nuestras manos. Debemos evitar vasos desechables, usar recipientes de vidrio o acero para bebidas calientes y exigir a los fabricantes materiales más seguros. Así como nos despedimos del carbón, quizá ya sea hora de decir adiós al plástico.








