Apenas empezando el año la Unión Europea se plantea revisar las opciones frente al uso del coche eléctrico como estrategia para la descarbonización y decidir si se continúa por el mismo camino o se toma una nueva ruta. Veamos cuales son las alternativas.
Resistencia ante el coche eléctrico en la Unión Europea
Hay en puertas un nuevo diálogo entre la Comisión Europea y el sector automovilístico en el que se abordarán varios aspectos y uno de ellos será un tema recurrente: acelerar la descarbonización, pero esta vez con una diferencia, se plantea un cambio tecnológico que supone la adopción de nuevas políticas.
La discusión estará centrada sobre Clean Air for Europe (CAFE), la normativa que demanda para este año no sobrepasar una media de emisión de 93,6 gramos de CO2 so pena de pagar una multa millonaria y por ende prácticamente impone al coche eléctrico como obligatorio.
Otro punto es que los fabricantes ante la imposibilidad de cumplir con la meta de emisiones en este año están pidiendo reconsiderar la norma, sobre todo la vinculada con la descarbonización total para 2035 con base a la prohibición de coches con motor de combustión.
El principal problema es que el coche eléctrico en UE tiene una baja demanda, al punto que, de acuerdo con datos de ACEA, el año pasado se registraron menores ventas que en 2023; de allí que los fabricantes asuman que para 2025 no se alcanzará la meta planteada de matriculaciones de coches con motores eléctricos.
Solicitud de un cambio de rumbo o habrá penosas consecuencias
Los fabricantes han advertido que de mantenerse las normativas esto supondrá el cierre de varias plantas y por ende la cesantía de una gran cantidad de empleados. Específicamente, sin cambios en las metas planteadas se prevé un escenario de 8 fábricas cerradas y el despido de hasta 80 mil trabajadores.
Frente a la posibilidad de este caótico escenario el Partido Popular Europeo (PPE) en una declaración emitida en diciembre solicitó considerar en el nuevo diálogo las siguientes tareas:
- Revisar la prohibición de los motores de combustión interna
- Enfocar tecnologías neutras para el fomento de la innovación
- Dar impulso a la expansión rápida de infraestructura de vehículos eléctricos
- Dictar medidas temporales de alivio para los fabricantes y evitar que sean multados
Precisamente en este último punto han hecho mucho énfasis puesto que ante el empuje de China con sus coches eléctricos se debe proteger a la industria automovilística europea, comprendiendo que de ella derivan ingresos por miles de millones de dólares y es fuente de empleo de millones de personas.
Los combustibles sintéticos representan la opción más realista
En su declaración el PPE ha advertido que el objetivo no es la eliminación de la normativa establecida para 2035 sino flexibilizar las medidas y buscar alternativas, pudiendo ser una de ellas el uso de combustibles sintéticos.
La adopción de este tipo de combustible les permitiría a los fabricantes seguir manteniendo sus motores de combustión térmica solo haciéndole leves modificaciones, para hacerlos funcionar sin necesidad de recurrir a combustibles fósiles.
Muchos fabricantes se mostrarían a favor de esta alternativa, como sería el caso de Volkswagen y Stellantis, quienes han realizado importantes inversiones para desarrollar combustibles sintéticos de emisión cero, sobre todo para superar las rígidas reglas impuestas por la UE que exige el uso amigable con el ambiente de este tipo de carburante.
De hecho, Stellantis ha demostrado la poca necesidad de realizar cambios profundos en los propulsores para hacer posible su funcionamiento con combustibles sintéticos, y evidencia de ello son los 28 millones de coches de esta marca que ya operan con este tipo de fuel sin haber sido profusamente modificados.
En definitiva, el combustible sintético puede ser la mejor opción frente a la baja demanda de coche eléctrico en la Unión Europea que estaría obstaculizando la eficiencia de las estrategias de descarbonización.













