Cuando pensamos en agua, casi siempre imaginamos ríos, lagos u océanos de la Tierra pero, el universo es algo tan asombroso como extraño. En zonas lejanas del cosmos hay un dato impactante esperando, capaz de demostrar que ese líquido no pertenece únicamente al mundo… también forma parte del espacio. Es tan grande que cuesta comprenderlo, tan antiguo que desafía nuestra comprensión del universo, y está tan lejos que jamás podremos tocarlo. Sin embargo, su existencia cambia completamente lo que creíamos saber sobre el cosmos.
Un océano un poco más lejos
El agua es esencial para la vida, tal y como la conocemos. Cada búsqueda de vida extraterrestre empieza buscando agua, cada plan de colonización espacial depende de encontrar agua, cada teoría sobre habitabilidad gira alrededor de la presencia de este líquido vital. Es nuestro recurso más preciado en la Tierra y nuestra obsesión más grande cuando miramos las estrellas.
Es por ello que expertos revisan el espacio para encontrar rastros de agua de algún tipo. Hielo en rocas del sistema solar, gas en capas aéreas de mundos distantes, mares bajo la superficie de satélites de Júpiter o Saturno. Cada hallazgo, aunque parezca insignificante, despierta noticias fuertes y emoción entre investigadores por varias semanas.
Dos grupos de científicos, con instrumentos distintos, lograron detectar algo nunca visto mientras rastreaban señales lejanas en el espacio. Descubrieron vapor de agua cerca de un cuásar situado a 12 000 millones de años luz de nuestro planeta. Cuando mencionan gran cantidad, no se refieren a gotas sueltas o acumulaciones pequeñas, sino a una masa húmeda que supera en 140 billones de veces todo el líquido salado del mundo junto.
Pero para que lo podamos entender, esto equivaldría a toda el agua de nuestro planeta, todos los océanos, ríos, lagos, glaciares y nubes juntas, multiplicado por 140 billones. Es una cantidad tan absurda que el cerebro humano simplemente no puede imaginarla. Estamos hablando de más agua de la que existe en todo nuestro sistema solar y quizás en nuestra galaxia.
Agua en el amanecer cósmico
El lugar donde se encuentra este océano es en el cuásar que se llama APM 08279+5255 y es uno de los objetos más brillantes y energéticos del universo conocido. Está alimentado por un agujero negro supermasivo con una masa equivalente a 20 000 millones de soles. Y ese monstruo está rodeado por una nube de vapor de agua que se extiende por cientos de años luz en todas direcciones.
Pero lo que más atrae de todo esto no es la cantidad, sino que existe agua, es algo tan impresionante cómo extraer energía del centro de la tierra. Prácticamente estamos observando al pasado, algo que se formó un poco después del Big Bang en términos cósmicos, la luz que estamos viendo salió de ese lugar hace 12 000 millones de años, cuando el universo tenía apenas 1600 millones de años de edad.
Esto destroza completamente la idea de que el agua es algo raro o difícil de formar en el cosmos. Si había cantidades monumentales de agua cuando el universo era prácticamente un bebé, significa que el agua es probablemente uno de los compuestos más comunes y abundantes en todo el universo. Oxígeno e hidrógeno, los componentes del agua, son elementos fundamentales que se formaron temprano en la historia cósmica.
Se detectó lo imposible
Encontrar agua a 12 000 millones de años luz no fue fácil. Los astrónomos usaron el Telescopio Caltech Submillimeter Observatory en Hawái y el Plateau de Bure Interferometer en los Alpes franceses. Ambos detectaron las firmas espectrales características del vapor de agua en la radiación que emite el cuásar, confirmando independientemente el descubrimiento.
Las moléculas de agua capturan radiación en ciertas frecuencias, que actúan como firmas únicas. Gracias al espectro de la luz del cuásar, los investigadores detectaron con precisión los componentes químicos en esa zona cósmica. Además, las marcas del vapor acuoso resultaron enormes e imposibles de ignorar.
Lo curioso es que este líquido no anda suelto sin más. Choca con los rayos fuertes del cuásar, recibe calor, pierde electrones y queda arrastrado por ráfagas estelares a ritmos brutales. Se trata de un escenario movido y feroz donde el agua sobrevive en estados que aquí jamás veríamos. Es por ello que este descubrimiento tiene implicaciones profundas para nuestra comprensión del universo.
¿Qué es lo que sigue ahora?
Si el agua era tan abundante tan temprano en la historia cósmica, entonces las condiciones para la vida tal como la conocemos existieron prácticamente desde el principio. No necesitamos esperar miles de millones de años para que se formen los ingredientes básicos, ya estaban ahí casi desde el inicio. Esto sugiere que planetas con océanos podrían haber existido mucho antes de lo que pensábamos.
Obvio, esa agua tan lejos que no nos da ninguna utilidad real. No hay forma de llegar hasta ella, ni de tomar un sorbo, tampoco de aprovecharla de algún modo. Además, seguramente ya no está ahí tal cual la vemos, porque lo que captamos es viejo, de cuando el universo apenas empezaba. Lo más seguro es que aquel cuásar haya dejado de brillar, mientras aquella humedad se deshizo o mutó en algo distinto hace un montón de tiempo.
Pero nos muestra que habitamos un cosmos lleno de agua. El fluido que tomamos, en el cual flotamos, que baña el 70% del planeta, resulta ser uno de los elementos clave en lo profundo del espacio. No es raro poseer agua pero si es suerte tenerla como líquido. Eso hace pensar: entre aquellos 140 billones de mares celestes de la galaxia, quizá existan planetas donde el agua también abrigue criaturas observando el cielo, preguntándose si están solos. Y justo ese pensamiento nos lleva a otro descubrimiento que podría cambiar el futuro de la humanidad para siempre.








